Por esta ocasión me doy el lujo de escribir sobre una banalidad. Así es, se trata de un capítulo de mi vida que puede no interesarle a nadie, pero que a mí me llenó de… ¿emoción?
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Ahí estaba yo, con mi cara de pocos amigos, en domingo, a las afueras del metro Mixihuca. Me dispuse a abordar el microbús que me llevaría de regreso a mi casa; pagué los 3 pesos de pasaje y, desde lejos, lo miré. Lo miré una y otra vez, no podía quitarle los ojos de encima.
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Aquel niño de cabellos rizados y boca “besable” me dejó, prácticamente, i-dio-ti-za-da. “Ha de tener como 18”, pensé. Caminé por el pasillo del transporte hasta quedar justo frente a él y rechacé tomar asiento con tal de seguir con mi ociosa tarea.
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Ahí estaba yo, con mi cara de pocos amigos, en domingo, a las afueras del metro Mixihuca. Me dispuse a abordar el microbús que me llevaría de regreso a mi casa; pagué los 3 pesos de pasaje y, desde lejos, lo miré. Lo miré una y otra vez, no podía quitarle los ojos de encima.
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Aquel niño de cabellos rizados y boca “besable” me dejó, prácticamente, i-dio-ti-za-da. “Ha de tener como 18”, pensé. Caminé por el pasillo del transporte hasta quedar justo frente a él y rechacé tomar asiento con tal de seguir con mi ociosa tarea.
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¿Por qué me gustan los “chamaquitos”? Varias amigas afirman que, según mis expectativas, el tipo de mis sueños se halla en un rango de entre 18 y 20 años. Vergonzoso pero cierto: con frecuencia me gustan tipos de menor edad que la mía.
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Ese morenazo (morenazo de fuego, como diría Gade) me obligó a “volver a las andadas”. Yo que trataba de disimular y él que me sonreía mientras le guiñaba el ojo a su amigo. Yo apenada y él con su actitud de conquistador. ¡Vaya jueguito!
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Ese morenazo (morenazo de fuego, como diría Gade) me obligó a “volver a las andadas”. Yo que trataba de disimular y él que me sonreía mientras le guiñaba el ojo a su amigo. Yo apenada y él con su actitud de conquistador. ¡Vaya jueguito!
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Por hoy me conformé con ver. No olvidaré a aquel niño de look pseudo-punk, de ojos expresivos y conversación intrascendente, no olvidaré la sensación de nerviosismo que me provocó; tampoco olvidaré que, ese niño, bien hubiera podido ser mi hermanito menor…
Por hoy me conformé con ver. No olvidaré a aquel niño de look pseudo-punk, de ojos expresivos y conversación intrascendente, no olvidaré la sensación de nerviosismo que me provocó; tampoco olvidaré que, ese niño, bien hubiera podido ser mi hermanito menor…
3 comentarios:
¿Qué tiene de vergonzoso?
A mi me han gustado niñas de esa edad y yo si estoy viejo.
El hobbit ancestro.
Pa' la próxima lo besa... y después lo desnuda... ¿no? perdón, mis desmadres mentales.
Pus' ya pa la itra pídale su tel+efono ¿no?
Ah.. me a tocado estar en esas situaciones...seguir...y ser seguido..es tan genial
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