lunes, abril 6

Antes y después

Esmeralda fue un caso excepcional, la novia de uno de mis amigos. Agradable, recuerdo que hasta ese día en muy pocas ocasiones la había pasado tan bien. En compañía de ella y de Iván disfruté de un licor de café, galletas con paté y unos Cheetos. Y el tiempo se hizo corto hasta la una de la mañana.

Mientras Iván dormitaba, hablé con Esmeralda de mi tristeza ante la muerte de mi abuela, de mi miedo a la soledad, de mis desilusiones sentimentales, del trabajo… Ella me contó de su familia y de su noviazgo. Me dieron un aventón hasta mi casa. En el coche escuchábamos Mr brightside, de The Killers, mientras Iván manejaba sin problemas y mis ojos se entrecerraban. Llegué contenta.

Le escribí a Iván y no me respondió. Hasta hace apenas unos días los vi a él y a Esmeralda en una fiesta. Ella tenía un semblante muy distinto, respondió a mis preguntas un tanto seca, sin ser grosera, pero con un dejo de indiferencia. Yo no supe si callar o mantener la conversación, fue un tanto incómodo.

Cuando ella se levantó un momento Iván aprovechó para contarme que, casi una semana después de nuestra reunión, la hermana de Esmeralda había muerto, la atropellaron. Me sentí mal por no haberme enterado antes, por haber cometido la imprudencia de hablarle como si nada hubiera ocurrido; Iván dijo que era preferible no mencionar nada al respecto.

De nuevo me dieron un aventón, en el coche ya no sonaban los acordes de Mr brightside. Yo pensaba en cómo, tan de repente, la vida ya es distinta; repasé un par de veces aquella noche en que conocí a Esmeralda. La muerte anda por ahí, y un día todo cambia, para siempre… y sólo ella, Esmeralda, sabe el dolor profundo con el que deberá aprender a vivir.

miércoles, abril 1

Con pretexto del cumpleaños

Es curioso cómo a veces nos reconocemos a través de otra persona, tan curioso como haberme reencontrado con Christian después de más de 10 años. Y coincidió con una etapa de mi vida en que la mitad del tiempo me la paso divagando sobre las posibilidades, sobre el destino y sobre cosas de esas para las que nunca tengo una explicación coherente.

El día que volví a verlo vinieron a mi mente algunas remembranzas de cuando íbamos juntos en la secundaria. Recuerdo que en un par de ocasiones trató de minimizar los lastimosos efectos de las burlas acerca de mis lentes de fondo de botella, de cuando a alguien se le ocurría decir que era yo muy fea y sin chiste.

Y quizás hoy sigo siendo fea y sin chiste, sin embargo, nos entendemos bien; no me veo en la triste necesidad de aparentar lo que no soy. Nos topamos de nuevo en medio de mi tristeza ante la muerte, de mis pocas ganas de continuar una vida “normal”, no obstante, cambiar de rutina me ayudó a tomar un respiro.

A veces sucede que al hablar de lo que nos preocupa, o de lo que nos importa, tenemos un momento de calma. A veces ocurre que al compartir con alguien comprendemos que hay otras formas de entender el mundo, que las situaciones pueden ser distintas de como nos aferramos a pensarlas.

Así ha sido con él. Entonces pregunta “¿te puedo regañar?”, o simplemente deja pasar mis lapsus emo, mientras hablo de la muerte de mi abuela. Toma a bien mi sarcasmo, acepta mi incapacidad para guardar el boleto del estacionamiento… entiende que a veces no soy buena compañía porque paso demasiado tiempo sola.

Tal vez él no lo sepa, pero no soy fan del cine, tal vez tampoco sepa que interrumpe mis improductivos domingos de hibernación… Pero lo que seguro sabe es el gran cariño que le he tomado. Es bueno recibir demasiado, aun cuando ya había perdido las esperanzas y me había vuelto más que escéptica.

Por eso hoy, de la manera más cursi, quiero desearle un muy feliz cumpleaños… Que el año que comienza sea todavía mejor… ¡Felicidades!