No suelo hablar mucho de esto porque aún me avergüenza. Sin embargo, parece ser que ya lo superé, parece ser que he dejado el vicio, parece ser… Todo por eso, contaré mi trágica historia; la oscura narración de mi adicción a Internet.
Estaba por cumplir mis 18. Era una ñoña con baja autoestima; el chico de mis sueños me había roto el corazón. Para acabarla de fregar llegó aquel aparato del demonio, toda una vida sin computadora, pero la Universidad me lo exigía; y no tuvo nada de malo, lo malo vino con la suscripción a la red de redes…
Horas y horas frente al monitor, paseando de sala en sala, me llovían los mensajes. ¿Quién se rehúsa a conversar con una linda chica sin quehacer? Algunos parecían encuestadores del INEGI — ¿Cómo te llamas? ¿De dónde eres? ¿A qué te dedicas?—, el resto intentaba comenzar una conversación porno: “¿Te gusta el ciber-sexo, mamita?”
Jamás me hice pasar por hombre o por lesbiana, ¡qué aburrida!; y ni qué decir de mi falta de creatividad a la hora de inventarme los dichosos nick names. Encima de todo, me asustaba la serie de improperios que ahí podían leerse: “Esa Pinky es una perra y yo me cojo a su madre…”
De tan tonta manera malgasté horas de mi vida, conversando con tipos más acomplejados que yo. Todos eran guapos, cultos, simpáticos, sencillos y divertidos… Al menos así se describían… ¡Sí, cómo no!
Mi primera cita fue con un quinceañero, un niño bastante agradable, tanto que a él le di mi primer beso. En un principio yo era algo así como la hermana mayor de Alberto; al final, el asunto se tornó incestuoso, ja. No pude con la culpa, así que un buen día le dije que ya no podíamos seguir con lo mismo.
Ya metida en el vicio, me hice de un “novio”. Se llamaba José Manuel, rebasaba el 1.80 de estatura y era un mitómano comprobado. Nunca supe dónde vivía, en qué trabajaba; no tenía ni idea de quién era en realidad. Lo único rescatable es que Pepe me trataba como princesita y se desvivía por mí.
Caso a parte fue Rafael, patinador extremo y propietario de la sonrisa más hermosa que he visto. Él vivía en Texcoco y nunca tuvo problema con pagar las largas distancias telefónicas; me llamaba los fines de semana y cada que podía, quizás era de lo más incoherente, pero yo estaba enamorada de él.
El día en que nos conocimos no sé cansó de repetirme lo feliz que se sentía. Me propuso que “anduviéramos”. Como siempre, pudo más mi afán racionalizador. Le dije que aún no me conocía bien, que vivíamos demasiado lejos el uno del otro. Rafa continuaba llamando, pero no quise volverlo a ver.
Tuve varias citas a ciegas, no diré cuántas. Desayuné en el Vip’s, me invitaron a comer tacos, me eché varios cafecitos en Coyoacán… Fui al cine, a un acuario, y una vez un tipo (ocho años mayor que yo) me invitó a un concierto de La Barranca. Ninguno de ellos me agradó demasiado, ninguno de ellos despertó en mí las ganas de volverlo a ver.
Y resulta que un buen día me harté de la situación; me harté de individuos farsantes y mentirosos pero, sobre todo, me harté de mí y de mi patética actitud. No más chats. Comencé a salir con amigos de la facultad, me convertí en profesora adjunta y fui muy feliz para siempre…
Atrapados en la Red
Tam tam go
De tanto buscar hallé
Estaba por cumplir mis 18. Era una ñoña con baja autoestima; el chico de mis sueños me había roto el corazón. Para acabarla de fregar llegó aquel aparato del demonio, toda una vida sin computadora, pero la Universidad me lo exigía; y no tuvo nada de malo, lo malo vino con la suscripción a la red de redes…
Horas y horas frente al monitor, paseando de sala en sala, me llovían los mensajes. ¿Quién se rehúsa a conversar con una linda chica sin quehacer? Algunos parecían encuestadores del INEGI — ¿Cómo te llamas? ¿De dónde eres? ¿A qué te dedicas?—, el resto intentaba comenzar una conversación porno: “¿Te gusta el ciber-sexo, mamita?”
Jamás me hice pasar por hombre o por lesbiana, ¡qué aburrida!; y ni qué decir de mi falta de creatividad a la hora de inventarme los dichosos nick names. Encima de todo, me asustaba la serie de improperios que ahí podían leerse: “Esa Pinky es una perra y yo me cojo a su madre…”
De tan tonta manera malgasté horas de mi vida, conversando con tipos más acomplejados que yo. Todos eran guapos, cultos, simpáticos, sencillos y divertidos… Al menos así se describían… ¡Sí, cómo no!
Mi primera cita fue con un quinceañero, un niño bastante agradable, tanto que a él le di mi primer beso. En un principio yo era algo así como la hermana mayor de Alberto; al final, el asunto se tornó incestuoso, ja. No pude con la culpa, así que un buen día le dije que ya no podíamos seguir con lo mismo.
Ya metida en el vicio, me hice de un “novio”. Se llamaba José Manuel, rebasaba el 1.80 de estatura y era un mitómano comprobado. Nunca supe dónde vivía, en qué trabajaba; no tenía ni idea de quién era en realidad. Lo único rescatable es que Pepe me trataba como princesita y se desvivía por mí.
Caso a parte fue Rafael, patinador extremo y propietario de la sonrisa más hermosa que he visto. Él vivía en Texcoco y nunca tuvo problema con pagar las largas distancias telefónicas; me llamaba los fines de semana y cada que podía, quizás era de lo más incoherente, pero yo estaba enamorada de él.
El día en que nos conocimos no sé cansó de repetirme lo feliz que se sentía. Me propuso que “anduviéramos”. Como siempre, pudo más mi afán racionalizador. Le dije que aún no me conocía bien, que vivíamos demasiado lejos el uno del otro. Rafa continuaba llamando, pero no quise volverlo a ver.
Tuve varias citas a ciegas, no diré cuántas. Desayuné en el Vip’s, me invitaron a comer tacos, me eché varios cafecitos en Coyoacán… Fui al cine, a un acuario, y una vez un tipo (ocho años mayor que yo) me invitó a un concierto de La Barranca. Ninguno de ellos me agradó demasiado, ninguno de ellos despertó en mí las ganas de volverlo a ver.
Y resulta que un buen día me harté de la situación; me harté de individuos farsantes y mentirosos pero, sobre todo, me harté de mí y de mi patética actitud. No más chats. Comencé a salir con amigos de la facultad, me convertí en profesora adjunta y fui muy feliz para siempre…
Atrapados en la Red
Tam tam go
De tanto buscar hallé
En una dirección de Internet
Un foro de forofos
De pelis de terror y de serie B
***
Y ahí conocí a una mujer
Y ahí conocí a una mujer
Que me escribió de amor sólo en inglés
Su nombre me sedujo
Y el resto de su ser me lo imaginé
***
Para que quiero más
Para que quiero más
Si me da, lo que quiero tener
***
Te dí todo mi amor@love. com
Te dí todo mi amor@love. com
Y tú me has roba-roba-robado la razón
Mándame un email que te abriré mi buzón
Y te hago un rinconcito en el archivo de mi corazón
***
Salimos sólo una vez
Salimos sólo una vez
A navegar juntos por la red
Saqué mi visa oro
Y ella prometió que seria fiel
***
Nunca tocaré su piel
Nunca tocaré su piel
Nunca podré estar donde esté
Cuando el amor es ciego
El corazón no miente a unos ojos que no ven
***
Para qué quiero más
Para qué quiero más
Si me da lo que quiero tener
***
Te di todo mi amor@love. com
Te di todo mi amor@love. com
Y tú me has roba-roba-robado la razón
Mándame un email que te abriré mi buzón
Y te hago un rinconcito en el archivo de mi corazón
***
Para qué quiero más
Si me da lo que quiero tener
***
Te di todo mi amor@love. com
Te di todo mi amor@love. com
Y tú me has roba-roba-robado la razón
Mándame un email que te abriré mi buzón
Y te hago un rinconcito en el archivo de mi corazón
***
Ciberpirata de amor
Ciberpirata de amor
Me has abordado a traición
5 comentarios:
Oh Vaya!
Nunca conocí a alguien vía chat a tal grado de darle mi primer beso...y es que es lo que dices que pues cómo creer en todo lo que dicen?
Mejor una que tenga blog así pos ya uno sabe a que le tira o no?
Pd. Soy soltero XD
Con un tanto de asco. No digas esas cosas. Wuak!
ja... saludos...
Pues a mí la interné me ha ayudado en múltiples casos... uno de los más importantes hasta ahora... una linda mujer que conocí en una peña zacatecana que al salir me dio una nota... era su mail... y gracias a eso (hace ya varios añitos) ahora somos grandes amigos y nos vemos cada que viene a visitar a su familia...
Y cito a la maestra Paquita la del Barrio:
"Perdida te ha llamdo la vida,
perdida..."
Deberías poner las fotos de tus galanes.
Publicar un comentario