domingo, julio 10

Tour en Metrobús

“Esto es como en el metro, hay que entrar a empujones”, comenta una mujer mientras ríe sarcásticamente. Un hombre de unos 65 años se queja: “Está terrible, no se puede ni entrar. Además, ¿ya vio el espacio entre el andén y la puerta?, es como de este tamaño…” —al tiempo que hace el comentario toma su bastón y señala un tramo de aproximadamente veinte centímetros.

“Pero véalo así, señor, a ustedes los de la tercera edad no les van a cobrar pasaje”, contesta la mujer de la risa sarcástica. “Pues, por mí, que me cobren, con tal de que sea bueno el servicio”, replica el hombre del bastón. “Eso sí, aquí hasta los empujones los van a cobrar”, agrega otra mujer, quien también se encuentra esperando.

Cada vez llegan más personas al andén, se forman una, tras otra, tras otra; al poco tiempo ya hay quien se acomoda en una cuarta fila. La cercanía entre los cuerpos viola los límites del espacio vital y la ansiedad se refleja en los rostros de quienes se miran mutuamente con algo de enfado. A lo lejos se observa el metrobús que está punto de arribar a la estación Poliforum.

De entre la multitud se abre paso un hombre en silla de ruedas, quien le pide a una de las guardias que sea tan amable de “auxiliarlo” para subir. “Pásese por acá, del lado de las mujeres. ¡Háganse a un lado, dejen que pase el señor!”, grita la mujer uniformada. “Bueno, pues a ver si se puede señor, porque yo, la mera verda’, la veo difícil”, agrega.

En sus marcas, listos…. ¡Ahí viene el metrobús! Las personas olvidan toda regla de urbanidad y se abalanzan a las puertas. El hombre de la silla de ruedas recibe varios empujones, entonces la guardia vuelve a alzar la voz: “¡Que dejen pasar al señor!”. Después de varios intentos, y gracias a la habilidad de su propietario, la silla de ruedas esquiva el vacío entre el andén y la puerta; lo logró, ya está adentro.

El hombre del bastón fue introducido con violencia en el transporte, ahora una joven pelea con él: “¡¿Qué no ve que ya me rompió mis lentes?!”. “Discúlpeme señorita, pero es que me empujaron. De verdad que los jóvenes ya no saben respetar”, responde mientras intenta guardar la serenidad. “¡Ashhh!, pero si gente tonta la hay de todas las edades”, repone su interlocutora.

Han pasado unos siete minutos desde que se abrieron las puertas y ahora están a punto de cerrarse, las personas encargadas de la seguridad empujan a los últimos pasajeros al interior del metrobus, muchos de ellos no hallan de dónde agarrarse. En el interior no existen lugares reservados para discapacitados, personas de la tercera edad o para mujeres embarazadas.

El enorme autobús articulado, de unos 18 metros de largo, se dirige ahora hacia La Piedad. Sobre insurgentes, rumbo a Indios Verdes, el tránsito está congestionado; “esta cosa va re’ lenta”, comenta una mujer mientras le sonríe a una joven que viaja a su lado. Los usuarios comienzan a inquietarse, todos empujan… el metrobús se detiene en la estación.

“¡Dios mío! ¿Y ahora qué hago?, ¡me van a sacar!”, le dice una jovencita a su amiga. “No te preocupes, agárrate de mí, cierra tantito los ojos, no pasa nada…”, intenta calmarla la otra. “¡No inventes!, ve toda esa gente que se quiere subir… ¡Me van a sacar!”.

“¡¿Qué le pasa?! ¿Por qué me empuja?, ¡Me va a tirar!”, reclama un hombre; “es que aquí me bajo”, le responden. Unas veinte personas salen y otras treinta entran. La joven que tenía miedo ha quedado de espaldas contra la puerta, su amiga comenta: “esto es peor que estar en el purgatorio”; en ese momento a alguien se le ocurre dejar salir una flatulencia.

Nuevo León… la que sigue es Chilpancingo, ahí bajan unos treinta y cinco pasajeros, entre ellos una mujer que se acomoda el cabello despeinado y las ropas jaloneadas, sus movimientos reflejan desorientación de los sentidos. Ella está lista para seguir su camino, no sin ates dar gracias a Dios porque pudo salir de ahí.
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A propósito de tan tremenda experiencia me viene a la mente una rola de Aleks Sintek (uno de mis músicos mexicanos favoritos), la cual forma parte del album 89-99.
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Unos quieren subir
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Yo no puedo estar
en un mismo lugar,
como un fugitivo
de Alcatraz.
***
Me persigue la urgencia
y ellos vienen detrás
cada vez son más y más.
***
Unos quieren subir,
yo me quiero bajar.
Si no saben qué hay arriba
dejen de fastidiar
***
Unos quieren subir,
yo me quiero bajar.
Si no saben qué hay arriba
dejen de fastidiar.
***
Qué aburridos son,
creen que toso es así,
si la vida fuera fácil
no tendríamos por qué morir.
***
Se complican el ser,
serían más felices
de lo que fueron ayer.
***
Unos quieren subir,
yo me quiero bajar.
Si no saben qué hay arriba
dejen de fastidiar.

2 comentarios:

Gade Herrera dijo...

En este poco tiempo que leva el metrobus me he enterado de una gran cantidad de situaciones que pueden o no ser reíbles:

La primera: Un tipo "x" pensaba que el metrobus era igual que el metro y el muy imbecil sacó la cabeza pa' ver si venía el vehículo. Entonces, como película de risa el metrobus le golpeó la cabeza (nada grave).

La segunda: a una anciana se le quedó atorado el pie entre el metrobus y el anden. Solución: jalones de pie y un taxi pa' levar a la doña a su casa.

Tres: un metrobus golpea a un coche. Saldo: el metrobus no arrancó y el coche quedó chuequito...

En fin, creo que un día de estos tengo que subirme a é.

por cierto, decía: "el metrobus articulado de 18 metros no tiene piedad y se dirige sobre insurgentes con los indios verdes congestionados o decía"

El enorme autobús articulado, de unos 18 metros de largo, se dirige ahora hacia La Piedad. Sobre insurgentes, rumbo a Indios Verdes, el tránsito está congestionado.

perdón, no traigo lentes...

Chitiva dijo...

Y pa seguir tirándole al condenado "pejebus", resulta que en su recorrido de sur a norte deben llegar hasta la H. H. Ciudad Universitaria para regresarse hacia el norte.

Por las grandes dimenciones del convoy, dan vuelta antes de llegar al Estadio Olímpico pasar por debajo de un puente y cruzar Eje 10, en un improvisado semáforo con poca señalización.

Los primeros días varios coches estuvieron a punto de chocar, incluyendo el mío, por no ser avisado del nuevo semáforo del metrobús.

Puras calamidades!!!