¿Qué son las vacaciones? El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define esta palabra como “descanso temporal de una actividad habitual, principalmente de los trabajos remunerados y de los estudios”.
¿DESCANSO han dicho? Pues cómo se ve que estos tipos de la Real Academia no viven con Marisa Zepeda López, es decir, se ve que no tienen ni la más mínima idea de lo que es tener una madre como la mía. Durante las últimas semanas, con frecuencia me viene a la mente el título de una película mexicana (bastante chafa, por cierto): Vacaciones de terror.
No hay de otra, del fenómeno vacacional no me salva ni el nuevo Batman. Si pretendo salir con las amigas mi despertador ha de sonar a eso de las 7:00 o 7:30, para que tenga chance de barrer, de lavar trastes, de hacer cualquier cosa que mi madre considere una “colaboración en las actividades del hogar”.
Si se trata de un día sin compromisos la cosa empeora. Me encuentro yo en mi cama, en posición fetal y con las cobijas hasta las orejas; son las 8:00 a.m. cuando se abre la puerta de mi cuarto y se escuchan los gritos de mi jefa: “¡¿piensas quedarte echada todo el día?! Ahí viene el camión de la basura y, te lo advierto, pobre de ti que no la tires…”
Pobre de mí. Pobre de mí que tengo que salir a la calle con atuendo de “ñora” (ya saben, pants y playerota); pobre de mí que dispongo solamente de cinco minutos para luchar contra el almohadazo y los gallos; pobre de mí, a quien el “señor basurero” siempre le pone geta porque sólo le doy un peso. Pobre de mí…
Ahora bien, ¿acaso hay quien cree que mis conocimientos prácticos son gratuitos? A mí nadie me engaña, mucho menos si de lavar el baño se trata. A lo largo de casi nueve años he probado todo tipo de productos: polvos quita sarro, limpiadores líquidos, detergentes, fórmulas cloradas… ¡Dios bendiga al Bref, con todo y su “chamugroso”!
El ritual de lavar el baño es sólo una de las actividades que conforman mi terapia ocupacional para evitar el estrés vacacional; sin duda mi madre se preocupa por mi salud mental. Las labores del hogar son un enorme abanico de posibilidades: barrer, sacudir, trapear, lavar trastes, escombrar el patio, etc., etc., etc.
Ahora puedo dar a conocer mi propia definición de vacaciones: “periodo en el que una actividad habitual (en este caso el estudio) es sustituida por otro tipo de actividades que pueden llegar a ser mucho más cansadas”. De paso, tengo todo el orgullo de afirmar que “en mi casa no me mantienen de a gratis”.
En fin, habrá quien piense que debo rebelarme, quien crea que la gente “nice” no lleva una vida como la mía. ¿Será que soy masoquista?, la verdad es que no es tan malo saberse útil…
¿DESCANSO han dicho? Pues cómo se ve que estos tipos de la Real Academia no viven con Marisa Zepeda López, es decir, se ve que no tienen ni la más mínima idea de lo que es tener una madre como la mía. Durante las últimas semanas, con frecuencia me viene a la mente el título de una película mexicana (bastante chafa, por cierto): Vacaciones de terror.
No hay de otra, del fenómeno vacacional no me salva ni el nuevo Batman. Si pretendo salir con las amigas mi despertador ha de sonar a eso de las 7:00 o 7:30, para que tenga chance de barrer, de lavar trastes, de hacer cualquier cosa que mi madre considere una “colaboración en las actividades del hogar”.
Si se trata de un día sin compromisos la cosa empeora. Me encuentro yo en mi cama, en posición fetal y con las cobijas hasta las orejas; son las 8:00 a.m. cuando se abre la puerta de mi cuarto y se escuchan los gritos de mi jefa: “¡¿piensas quedarte echada todo el día?! Ahí viene el camión de la basura y, te lo advierto, pobre de ti que no la tires…”
Pobre de mí. Pobre de mí que tengo que salir a la calle con atuendo de “ñora” (ya saben, pants y playerota); pobre de mí que dispongo solamente de cinco minutos para luchar contra el almohadazo y los gallos; pobre de mí, a quien el “señor basurero” siempre le pone geta porque sólo le doy un peso. Pobre de mí…
Ahora bien, ¿acaso hay quien cree que mis conocimientos prácticos son gratuitos? A mí nadie me engaña, mucho menos si de lavar el baño se trata. A lo largo de casi nueve años he probado todo tipo de productos: polvos quita sarro, limpiadores líquidos, detergentes, fórmulas cloradas… ¡Dios bendiga al Bref, con todo y su “chamugroso”!
El ritual de lavar el baño es sólo una de las actividades que conforman mi terapia ocupacional para evitar el estrés vacacional; sin duda mi madre se preocupa por mi salud mental. Las labores del hogar son un enorme abanico de posibilidades: barrer, sacudir, trapear, lavar trastes, escombrar el patio, etc., etc., etc.
Ahora puedo dar a conocer mi propia definición de vacaciones: “periodo en el que una actividad habitual (en este caso el estudio) es sustituida por otro tipo de actividades que pueden llegar a ser mucho más cansadas”. De paso, tengo todo el orgullo de afirmar que “en mi casa no me mantienen de a gratis”.
En fin, habrá quien piense que debo rebelarme, quien crea que la gente “nice” no lleva una vida como la mía. ¿Será que soy masoquista?, la verdad es que no es tan malo saberse útil…
2 comentarios:
levantarse a las 7:30 am en vacaciones, pero eso es sacrilegiooo!!! jajaja no pero la verdad que mi mama es igualita a la tuya, pero yo siempre recurro a mis tipico trucos de...estoy arreglando mi cuarto o que me voy a bañar :D y siempre puedo dormir mas, es que si no duermo mis horas de belleza al dia, puede que alguien salga lastimado! :D...te mando saludos.
Easy off bam...
Ese sí que es un buen producto para quitar las manchas cochinas de los baños, nomás que si lo usas ponte un cubrebocas porque luego marea gacho.
Antes mi madre era así y yo sufría mucho. Ahora ya le vale y yo me paro a las 12 del día, pero sigo sufriendo mucho porque mi casa siempre está cochina.
No te rebeles, Penélope.
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