martes, junio 28

Cosas de niños

“¿Quién quiere tu amistad, eh?, ¿Quién quiere tu amistad?... ¡nadie quiere tu amistad!…”, una vocecita se dirige a su compañero de asiento: un niño de unos tres años. La madre comienza a reprender al autor de tan curioso discurso: “¡Ya cállate Iván y deja de decir babosadas!”.

“Mamá este bebé me quiere morder, es un grosero”, afirma Iván mientras le jala los cabellos a Mario. Hasta este momento el tercero de los hermanos, el más grande si se hacen cálculos de edad, viaja tranquilo; Luis tendrá unos ocho años, los cabellos castaños claros y los ojos color miel, unas pecas cubren su nariz y los pequeños dientes chuecos se asoman cuando sonríe.

Arranca el microbús y comienza la fiesta para Luis, Mario e Iván. Su madre destapa una Coca-Cola de 600 mililitros y los turna para que beban. “Mamá, el bebé se va a acabar el refresco, dile que me de tantito”, se queja Iván. “¿Oye Mario?, bebé, no deberías tomarte eso, ¿qué no sabes?, son miados”, asegura Luis con sonrisa pícara.

“¿Miados?”, pregunta Iván, incrédulo; “¿pues que los miados no son amarillos?”, continúa con el interrogatorio. “¿Amarillos? ¿Y tú cómo sabes eso?”, ahora es Luis quien pregunta. Ambos niños intercambian una mirada maldosa y al unísono gritan: “¡Mario no te tomes eso, son miadooooos!”.

“¿Tú sabes cómo se juega a los accion man, Iván?”. “No, no sé”. “Mira, ven, te voy a decir”; en cuanto el incauto acerca la cabeza para escuchar lo que supone es un valioso secreto, Luis le propina un fuerte zape, mientras ríe descaradamente y se burla: “¡Ay, tonto!, ¿de veras pensaste que te iba a decir?”.

“Mamá, el bebé le quiere jalar las greñas a la señora”, gritonea Iván. “Sí cierto mamá, Mario le iba a jalar las greñas a la señora”, agrega Luis. “Los dos se callan y se están quietos, si no, van a ver cómo les va a ir. ¡Ya!, ¿eh?, se están quietos o les pongo unos trancazos”, amenaza la mujer mientras trata de acomodar a Mario en el asiento.

“Ya te dije Luis, ¡te me estás quieto!”. El niño de las pecas recibe un fuerte pellizco; primero se queda serio y quieto, luego viene el puchero; todo concluye con chillidos y lágrimas. El lloriqueo dura un par de minutos, entonces Luis se aprovecha del descuido de Iván para tomarlo de los cabellos y zarandearlo.

“Hay que jugar”, le pide Iván a Luis. “Uy, no, mano. La neta es que no podemos jugar”. “¿Por qué?”. “Lo que pasa es que mis juguetes son mejores que los tuyos”. “¿Y qué necesito para jugar?”. “¡Ash!, pues necesitas un avión”. “¿Un avión de a de veras?”. “No tonto, para jugar es uno de a mentis”. “¡Ah, bueno!, porque tengo mi pistola de a de veras, mis balas de a de veras, pero avión… avión sólo de a mentiras”.

Al llegar a la calzada de Tlalpan el microbús pasa por un túnel. “¡Uuuuuuuuuuuuuhhhh!”, gritan emocionados los tres niños. El chofer aumenta la velocidad y los pasajeros se agarran de donde pueden. “¡Oh no, Tom!, nos quedamos sin frenos, ¡ayúdame!”, le dice Iván a Luis, en un tono que imita burlonamente los diálogos del la serie gringa Rescate 911.

Iván se ha quedado dormido, le bastaron tan solo siete minutos de inactividad. Luis tiene cara de aburrimiento y Mario continúa jugando con su envase vacío. Ahora es la mamá de los tres quien comienza con el relajo: “Iván, negrito, despiértate”. “Mira, pégale despacito con la botella y dile que se despierte”, le indica a Mario. Ni tardo ni perezoso, el niño comienza con la agresión.

Nada que se despierta Iván. Luis lo observa fijamente mientras mueve la cabeza de un lado a otro: “¿Oye, Iván?, ¿pues que sí chupaste mucho, mano?” Ante tal comentario, los pasajeros (quienes ya habían hecho grandes esfuerzos por contenerse) sueltan las risas mientras se miran mutuamente.

“Encamorrado” y molesto, así es como se levanta Iván. Con los ojos entrecerrados toma su pequeña mochila y se la cuelga en la espalda, Luis le da algunos empujones y Mario continúa pegándole con la botella. Los niños y su madre bajan en la esquina de Eje seis y avenida Jalisco; varios pasajeros continuarán su viaje, ahora con una enorme sonrisa dibujada en el rostro…
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Amor – Devoción
Sentimiento – Emoción
(***)
No temas ser débil
No seas demasiado soberbio al ser fuerte
Sólo mira dentro de tu corazón
Ese será el retorno a ti mismo
El retorno a la inocencia.
(***)
Si tú quieres, entonces comienza a reír
Si tú debes, entonces comienza a llorar
Sé tú mismo, no te escondas
Sólo cree en el destino.
(***)
No importa lo que la gente diga
Sólo sigue tu propio camino
No te des por vencido y toma la oportunidad
De regresar a la inocencia.
(***)
Este no es el comienzo del fin
Este es el retorno a ti mismo
El retorno a la inocencia.


Return to Innocence
Enigma (1993)

Love - Devotion
Feeling - Emotion
(***)
Don’t be afraid to be weak
Don’t be too proud to be strong
Just look into your heart my friend
That will be the return to yourself
The return to innocence.
(***)
If you want, then start to laugh
If you must, then start to cry
Be yourself, don’t hide
Just belive in destiny.
(***)
Don’t care what people say
Just follow your own way
Don’t give up and use the chance
To return to innocence.
(***)
That’s not the begining of the end
That’s the return to yourself
The return to innocence.

1 comentario:

Gade Herrera dijo...

A esos viajes en microbus agrégale las canciones de la Z, uno o dos tipos hediendos de las axilas y un humilde servidor con algunos grados de alcohol de más...

Horriiiibleeee el viaje....