martes, julio 4

“La Ciudad Des-esperanza”

Estoy molesta, encanijada… estoy “que me carga pifas”. Disculparán entonces que en este post vomite las viseras y haga berrinche.

Venía yo bien dormida en el metro, en el asiento que da a la ventana; fue un día difícil y aún no había cenado. Me regocijaba yo en mi sueño cuando una mano sacudió mi hombro pidiéndome, casi exigiéndome, que le cediera mi asiento a alguna de las dos mujeres que cargaban un niño en brazos.

“Pero si este no es el lugar designado”, pensé. Sin embargo, toda adormilada, me levanté de mi asiento. Un sentimiento de furia me invadió ante lo que consideré un acto aprovechado, más aún cuando uno de los asientos reservados lo ocupaba la clásica vieja chismosa que finge demencia.

Iba yo a reclamar, pero me di cuenta de que la “vengadora social” que me despojó de mi lecho provisional era una mujer embarazada. Pero, ¿Tenía yo que levantarme?, ¿era mi obligación? Ni modo, me ganó la educación, la convicción de que vale la pena ser solidaria con los demás.

¿Aquella mujer se imaginó en algún momento que yo venía cansada por un día de trabajo duro? ¿Acaso se imaginó que madrugué y salí de mi casa sin haber ni siquiera desayunado? ¿Sabía que el mismo derecho que tienen ella y las mujeres con niños de brazos lo tengo yo?

Más tarde, de pie entre la multitud que me apretujaba, caí en cuenta de que no debía estar molesta con nadie; ninguno de los presentes era culpable de que los habitantes del Distrito Federal tengamos que viajar hacinados cuales reses que van al matadero. Caí en cuenta de que no podía señalar a nadie, porque todos sufren a diario lo mismo que yo.

Esto es la realidad, esto es vivir en “la ciudad de la esperanza”, una ciudad en donde se construyen segundos pisos, pero no se invierte en el trasporte público. Y los habitantes de la “bella, noble y leal Ciudad de México” tenemos que desplazarnos en un metro que se para cinco minutos en cada estación y en microbuses con asientos achaparrados y fierros salidos por todas partes.

No sólo me quejo porque este es mi Blog, sino también porque es mi derecho constitucional como ciudadana (soy una mayor de edad que se gana la vida de un modo honesto); y porque en una democracia, más allá del gobierno de la mayoría, existe la posibilidad de que cada individuo exprese su opinión.

Me angustia pensar que nos estamos acostumbrando a vivir como infrahumanos. Me molesta ver cómo es que no hacemos nada para exigir nuestros derechos y expresar nuestras necesidades. Las grandes obras viales son, la mayoría de las veces, puentes que conducen de una franja privilegiada a otra, y que sirven para negar la carencia de servicios en las zonas más necesitadas.

Así es, ni a mí y ni a mi familia nadie nos regala nada. No pueden comprarme con una pensión, ni con una beca, tampoco con un crédito para la vivienda. Y me pregunto si esta es la solución para nuestros problemas, me pregunto si no es más correcto darles a las personas la oportunidad de ganarse la vida de un modo digno, sin recurrir a las dádivas.

¿Qué diferencia hay con aquellos tiempos en que se compraba la simpatía con una torta o un refresco? Debemos exigir, porque el hecho de que nos “regalen” algo de ninguna forma significa que “todo está bien”. No se trata de gestos de bondad, sino de actos de justicia social; si nos remontamos al más puro socialismo, se trata de que “a cada quien le corresponde según su esfuerzo”.

Sí, claro… tal vez no soy miembro del Frente Popular Francisco Villa, ni manejo un taxi pirata; tampoco pinto bardas durante las marchas, ni me robo la electricidad con un “diablito”. No. Soy sólo una de las tantas personas que viven al margen de la legalidad y que creen que la violencia jamás se justifica.

Quizás la diferencia estribe en que soy universitaria; estoy orgullosa y me siento afortunada, pero sobre todo, muy agradecida. Sé que tengo una responsabilidad, porque gocé de una educación que me fue brindada por el Estado, con recursos generados por todos los mexicanos. Hoy sé que hay que utilizar la inteligencia y la sensibilidad para tratar de construir un mejor país.

Expreso mi opinión porque siempre he sido coherente entre lo que hago y lo que digo. Tuve la oportunidad de un primer empleo burocrático en el que me pagarían bastante por hacer nada, pero lo rechacé, y hoy comprendo que hice lo correcto. De nuevo lo digo, soy afortunada porque tuve la oportunidad de elegir, estoy consciente de que existe quienes no tienen la posibilidad de hacerlo.

¿De qué sirve la demagogia y el discurso de “la izquierda” si seguimos viviendo igual? No importan las banderas, sino las acciones, el trabajo en beneficio de la ciudadanía. Además, hace falta que dejemos de ser niños y nos hagamos responsables, que asumamos nuestro papel activo y participativo.

Vuelvo a la educación, porque ésta hace la enorme diferencia. La educación como herramienta que nos permita mejorar nuestro entorno y el de los demás. Habría que dejar de ser egoístas y darnos la oportunidad de poner en práctica nuestros conocimientos al servicio de quienes lo necesitan; los títulos educativos no sólo sirven para adornar paredes.

La democracia es mucho más que debate y análisis sesudo. La democracia es la oportunidad que todos tenemos de participar desde nuestra propia trinchera. Está claro, la batalla discursiva a veces pesa demasiado; los verdaderos héroes son aquellos que logran materializar lo que para otros serían sólo sueños, aquellos que tienen fe y esperanza.

¿Esperanza? ¿Cómo es que hay quien se atreve a manosear una palabra como esta, colocándola en un slogan que vende mercancía política?; la esperanza no es un sol azteca. La esperanza son todos y cada uno de los habitantes que trabajan la ciudad, que enfrentan sus obstáculos, pero que la aman y le dan vida a través de su esfuerzo diario.


En algún lugar
Duncan Dhu

En algún lugar de un gran país
Olvidaron construir
Un lugar donde no queme el sol
Y al nacer no haya que morir

Y en las sombras mueren genios
Sin saber de su magia
Concedida sin pedirlo
Mucho tiempo antes de nacer

No hay camino que llegue hasta aquí
Y luego pretenda salir
Con el fuego de el atardecer
Arde la hierba

En algún lugar de un gran país
Olvidaron construir
Un lugar donde no queme el sol
Y al nacer no haya que morir

Un silbido cruza el pueblo
Y se ve un jinete
Que se marcha con el viento
Mientras grita que no va a volver

Y la tierra aquí es de otro color
El polvo no te deja ver
Los hombres ya no saben si lo son
Pero lo quieren creer

Las madres que ya no saben llorar
Ven a sus hijos partir
La tristeza aquí no tiene lugar
Cuando lo triste es vivir

8 comentarios:

Love doctor dijo...

Dios santo, manifiesto del ciudadano del siglo veintiuno. Carta magna de los derechos, virtudes, dolores de nalga y somnolencias del hombre moderno. Santo grial, Penélope, que te has rifa'o, tía!

Anónimo dijo...

Luego lo que piensan las señoras es: "esta joven y es fuerte, puede ir parada".

Refrendo mi posición el PRD da asco.

Frodo dijo...

De acuerdo, ¿dónde firmo?.

Frodo suscribe.

Gade Herrera dijo...

Tu post me levanta tantos sentimientos y me hace reflexionar tantos asuntos que me aventaría un chorote en tu blog... (lo cual no está bien).

Para la próxima que sientas una mano justiciera que te pida te levantes, hasta la loquita, como que estas desquiciada mental, escupes baba y contestas algo inentendible. ¿Ahí quién tiene el derecho: el loquito, la embarazada o la viejita?

Saludos china. ¿cuando nos vemos?

Capi dijo...

Madres!!!! El famosísimo Metro, a mi como me gusta subirme al metro cuando una ciudad Tiene, lo veo como los jueguitos de Disneylandia, pero si, debe ser cierto, cuando es rutinario debe ser feo, además, es una mentada de madre eso de ir como pinche sardina, pero bueno mi querida China, A veces hay que aguantar vara y mentar madres. Besos.

Sil dijo...

Worales!! Concuerdo con Alejandro, te la rifaste.
Debe ser bien feo tener que viajar en esas cosas diario. Yo sólo hago esos corajes de vez en cuando afortunadamente.
Y para la próxima no te dejes! hazte la loca como la señora chismosa.

Anónimo dijo...

dejame adivinar por quién votaste amiga... lo bueno es que el conteo hasta el momento favorece a mi candidato amarillo... pero sabes, fuera de "izquierdas" o derechas, creo que tienes razón con respecto a lo que a nosostros corresponde, como poder movernos con libertad en un espcaio limitado -como el metro- y encontrar nuestra propia expresión y hacerla resonar en todos los espacios. como este. Eres libre!!!! :D
abrazo
van
pd. ya deja de cotizarte con la invitación al café amiga ocupada!

Anónimo dijo...

ah!, la de arriba soy yo, no anónima. que onda con tu blog!!! cúlpolo...