domingo, noviembre 29

Estado gaseoso

Evacuaron el edificio… lo vaciaron, pues. Alguien se percató y lo dijo sin pudor: “Huele a gas”… Yo miré a Ramona y apenas pude contener la risa: “¿Que no hay una película mexicana que así se llama?”… Ramona se rió también, no sin antes acusarme de evidenciar mi código postal.


Nos dijeron que había una fuga en un edificio contiguo… Y sí… olía a gas. Como aquello del olfato no discrimina, todos se dieron cuenta: los gerentes, las asistentes de los gerentes, los de mercadotecnia, los editores, los asistentes de los editores, los correctores, los de sistemas, los “polis”, el personal de limpieza y de mantenimiento… Ahí iba toda la banda en procesión, camino al parque de Pilares para pasar el rato en lo que el asunto se “oreaba”, ja.


Huele a gas (la película) es, según un sitio de Internet que de tan poco confiable ni siquiera menciono, “una aventura de risas, buen humor y aventura al por mayor”… casi taaaan divertido como el hecho de que el personal de una reconocida editorial salga en bola a buscar refugio en un parque; lo malo es que en ese parque no hay carrito de helados ni vendedor de algodones.


Otra sinopsis, aún menos confiable, encasilla esta joya de la cinematografía mexicana en un género conocido como sexicomedia. Tendré que verla, pues según yo no hay nada de sexi en que huela a gas… como tampoco hay nada de sexi en que un diseñador exponga una hipótesis como: “¿Cuál gas?, igual y alguien se echó un 'soplado'”.


Esos momentos de sana convivencia son los que no cambio por nada… me gusta ser oficinista. La emoción a veces está en un hecho tan sencillo y sublime como que huela a gas. Y qué más da que en nuestra historia no apareciera Carmen Salinas, Sasha Montenegro o Alfonso Zayas… hacemos libros y somos re’ divertidos.


A unas horas del suceso, aún “lo recuerdo perfectamente”: tomé de mi bolsa un billete de 200 pesos (¿reacción natural?), mientras de fondo se escuchaba una canción de Mark Anthony que alguien tenía en su reproductor… Y en este testimonio admito que yo hubiera preferido un soundtrack más rasposo, como la canción esa de Chico Ché y La crisis:



Huele a gas

Chico Ché


Si va a volar

no vuele con el gas,

porque con el gas

no vale el “ahí se va”.


A mi vecina le explotó el bolier

y la pestaña se le quemó,

la permanente, la permanente,

la permanente se le achicharró.


Esto les pasa por descuidados,

por no poner nunca atención.

Siempre se apaga solo el piloto

y luego viene la quemazón.


Cuidado con el gas,

que te va a explotar.

Cuidado con el gas,

que te va a explotar.


No dejes nunca sobre la estufa

los alimentos sin vigilar,

porque se tiran y apagan todo

y así se sigue saliendo el gas.


Vigila siempre las conexiones

para que evites las explosiones.

Porque tu sabes que si explotamos

toditos juntos con el gas nos vamos.


Cuidado con el gas,

que te va a explotar.

Cuidado con el gas,

que te va a explotar.


¡El gaaaas!


Cuidado con el gas,

que te va a explotar.

Cuidado con el gas,

que te va a explotar.

lunes, noviembre 23

Geografía para principiantes

Me pregunta si tengo algo que “agregar” y yo me quedo callada, ante el miedo de parecer una tonta. Es el tipo de persona a quien no puedo más que respetar… es el tipo de persona que se entrega a su trabajo y lo hace bien, impecablemente. Y por más que mi mente vaya rápido no sé si lograré igualarle el paso.


Tomo un par de notas intentando extraer lo necesario… Si él pudiera leerme el pensamiento sabría lo mucho que lo admiro… es un hombre joven y eso sin duda hace que me sienta en una posición aún más desventajosa; no puedo poner como pretexto mi edad, mi inexperiencia y esas cosas… Y yo… yo no sé Geografía… y comienzo a sentir que nunca sabré lo suficiente de editorial.


La claridad en las ideas es lo primordial, el método: él lo tiene. Sabe de lo que habla, puedo percibir su convicción: no titubea ni un instante. Limpia un texto como si fuera cualquier cosa, con un don natural. Él tiene muy claro cómo debe quedar su libro y a mí me entra el pánico por aquello de parecer una simple novata. No tengo nada que agregar… a menos que admita que me siento entre afortunada e insegura.


La vida real no es una “escuela”… no hay tiempo de hacer tarea. Editar un libro suele ser cosa seria. Una parte es vocación e intuición, la otra disciplina y dedicación… y al final de cuentas, más allá de las ventas, un material educativo es bueno o simplemente no vale la pena… Y él cree que estoy lista para editar… y yo intento pisar con cuidado para hacer un papel medianamente decoroso.


Nunca me gustó la Geografía, en segundo de secundaria estuve a punto de reprobar. Y ahora resulta que a estas alturas de mi vida busco no perderme entre conceptos tan sencillos como población absoluta y densidad de población. Pero hay un punto a mi favor: suelo buscar aventura y cuando mi ego editorial demanda satisfacción, simplemente, no puedo dejar de intentar.

viernes, noviembre 20

Satélites

Esta semana hay venta especial en la editorial y, aunque no soy “empleada” como tal, se me hizo extensiva la invitación: La seducción de las palabras, de Álex Grijelmo; Antología de ciberficción; Noches de pesadilla. Antología de cuentos de terror; Buzón del tiempo, de Mario Benedetti; Cuentos de terror, de Arthur Conan Doyle; Palabras hechas canciones. Mentiras piadosas, de Joaquín Sabina; Casa tomada y otros cuentos, de Julio Cortázar; Todos los fuegos el fuego, también de Cortázar; Rebeldes de S. E. Hinton, y un bonito libro infantil titulado El rock de la momia y otros versos diversos, de Antonio Orlando Rodríguez.


En mi listado falta uno: La cantante descalza y otros casos oscuros del rock, de Jordi Soler. Este libro, el más “flaquito” de los que compré, ha sido el primero que comencé a leer. Un relato me bastó, sigo harto divertida después de chutarme “El oficio secreto de Elvis Presley”, en el cual Soler narra cómo es que, en su tiempo libre y bajo la identidad de John Burroughs, “el rey” se presume como agente antinarcóticos… todo un viaje.


Quien ya haya leído a Soler habrá de disculparme, yo no lo había leído… Es lo bueno de las ferias y las ventas especiales: uno puede pararse frente a los estantes, mirar las portadas, leer las sinopsis de las cuartas de forros, compartir opiniones con otros compradores, dejarse llevar por una corazonada y, finalmente, elegir. Yo leo la palabra rock y ya es una garantía: por mis venas corre el rock, ja.


Me puse a investigar acerca de Soler y curiosamente me encontré con un pequeño texto que me cae del cielo en días como estos, días en que traigo un montón de ideas en la cabeza respecto de lo correcto, de lo justo… de lo importante. Me ha venido mi segundo aire, mi adolescencia tardía… la fijación esa de cambiar al mundo. A veces recibo tanto que no sé cómo dosificarlo, cómo compartirlo. Jordi Soler me leyó la mente… dice así:


"Hace algunos años lanzaba todas las noches, desde mi cabina de radio en la ciudad de México, un satélite al espacio. Entonces creía, como sigo creyendo ahora, que la música que oímos, luego de pasar frente a nosotros, sigue su camino ascendente hacia el espacio exterior donde vagará, tal como fue concebida e interpretada, entre miles y miles de piezas musicales, hasta el final de los tiempos. En su camino hacia la eternidad, esta canción va sonando, aunque no la oiga nadie, y además va irradiando sus notas, su melodía, su armonía, sus letras y sus fantasmas. La idea es que en algo mejora el mundo la cauda que va dejando cada canción.


Durante los últimos diez años del milenio anterior lancé el satélite por las causas más diversas: contra los abusos del ejército mexicano en Chiapas, contra la Guerra del Golfo, contra la brutalidad de la policía en la Universidad y a favor de un montón de iniciativas, siempre nobles, que proponía yo o la gente que me oía. El satélite que lancé durante todos esos años fue, y perdonen la obviedad, Satellite of Love, de Lou Reed. Me parecía importante que fuera siempre la misma canción, se trataba de celebrar un ritual colectivo, de que yo y las miles de personas que me acompañaban cada noche pensáramos, durante los 3 minutos con 40 segundos que dura la canción, en la misma cosa. Estoy seguro de que aquella fuerza organizada en torno al satélite sirvió de algo, cuando menos nos hizo reflexionar y, sobre todo, desear juntos que las cosas mejoraran. Esta es la versión contemporánea de aquel satélite, es la que toca en estos tiempos que corren; busca una causa personal o colectiva y lánzalo al espacio".


Y en medio de este mar de coincidencias, hoy yo lanzo mi satélite; tiene un poco de ambas causas, la personal y la colectiva… ojalá en su trayecto se encuentre con otros más.


Man in the mirror

Michael Jackson


I'm gonna make a change

for once in my life,

it's gonna feel real good,

gonna make a difference,

gonna make it right…


As I, turn up the collar on

my favourite winter coat,

this wind is blowin' my mind.

I see the kids in the street,

with not enough to eat,

who am I, to be blind

pretending not to see their needs?


A summer's disregard,

a broken bottle top

and a one man's soul,

they follow each other

on the wind ya' know,

'cause they got nowhere to go,

that's why I want you to know.


I'm starting with the man in the mirror,

I'm asking him to change his ways,

and no message could have been any clearer.

If you wanna make the world a better place

take a look at yourself,

and then make a change.

(na na na na na na na na na na)


I've been a victim of

a selfish kind of love

it's time that I realice.

That there are some with no home,

and not a nickel to loan

could it be really me,

pretending that they're not alone?


A willow deeply scarred,

somebody's broken heart

and a washed-out dream

they follow the pattern of the wind, ya' see

cause they got nowhere to be,

that's why i'm starting with me.


I'm starting with the man in the mirror,

I'm asking him to change his ways,

and no message could have been any clearer.

If you wanna make the world a better place

take a look at yourself,

and then make a change.

(na na na na na na na na na na)

jueves, noviembre 12

Acto de fe

Debemos creer en algo, aunque sea difícil, aunque algunas personas a quienes queremos a veces nos decepcionen… debemos seguir creyendo, como cuando éramos pequeños, como cuando entregamos nuestro corazón por primera vez… hay que creer.


Hay que creer en el poder del amor, en los milagros, en las palabras dulces que nos abrazan el alma… aunque todos digan que es fácil ir por la vida indolentes, que no hay necesidad de sentir. Hay que hacer cosas pequeñitas, y tocar la vida de alguien más… darle sentido a la nuestra.


Es imprescindible creer para seguir adelante, para tener fuerzas y luchar… para no cargar con un pecho hueco, vacío. Hay que dar lo mejor siempre; con entereza, como si el mañana no existiera, como si este fuera el último suspiro. Hay que seguir adelante, aunque a veces alguien nos lastime.


Amar… lo que tenemos, lo que somos, lo que nos regalan. Aun el dolor más profundo sana si tenemos fe. Comenzar de nuevo, una y otra vez; reafirmar cada día lo que somos, desvergonzadamente, cínicamente… con pasión. Y en el momento más caótico, cuando nos sentimos más solos, aferrarnos a lo que llevamos dentro.


Mover al mundo, movernos con el mundo… despertar. Creer, como antes de que unos cuantos nos dijeran que es imposible, como cuando tuvimos nuestros primeros sueños, empapados de infinitas posibilidades. Cruzar miradas y saber que vale la pena, que podemos hacer lo impensable, lo extraordinario.


Yo creo, aún después de zambullirme en la tristeza… salgo a flote y lleno mis pulmones de aire: doy pelea. Creo que todo puede ser mejor, que en mucho depende de mí… creo que es justo compartir con el mundo un poco de lo que otros me han obsequiado. Creo, sencillamente, que hay motivos.


Y ahí voy de nuevo, con mis esperanzas, con las promesas por cumplir. Quizás mañana no haya tiempo, quizás yo ya no esté, pero hoy… aquí… yo decido hacer lo que siento, y darme la oportunidad.