Evacuaron el edificio… lo vaciaron, pues. Alguien se percató y lo dijo sin pudor: “Huele a gas”… Yo miré a Ramona y apenas pude contener la risa: “¿Que no hay una película mexicana que así se llama?”… Ramona se rió también, no sin antes acusarme de evidenciar mi código postal.
Nos dijeron que había una fuga en un edificio contiguo… Y sí… olía a gas. Como aquello del olfato no discrimina, todos se dieron cuenta: los gerentes, las asistentes de los gerentes, los de mercadotecnia, los editores, los asistentes de los editores, los correctores, los de sistemas, los “polis”, el personal de limpieza y de mantenimiento… Ahí iba toda la banda en procesión, camino al parque de Pilares para pasar el rato en lo que el asunto se “oreaba”, ja.
Huele a gas (la película) es, según un sitio de Internet que de tan poco confiable ni siquiera menciono, “una aventura de risas, buen humor y aventura al por mayor”… casi taaaan divertido como el hecho de que el personal de una reconocida editorial salga en bola a buscar refugio en un parque; lo malo es que en ese parque no hay carrito de helados ni vendedor de algodones.
Otra sinopsis, aún menos confiable, encasilla esta joya de la cinematografía mexicana en un género conocido como sexicomedia. Tendré que verla, pues según yo no hay nada de sexi en que huela a gas… como tampoco hay nada de sexi en que un diseñador exponga una hipótesis como: “¿Cuál gas?, igual y alguien se echó un 'soplado'”.
Esos momentos de sana convivencia son los que no cambio por nada… me gusta ser oficinista. La emoción a veces está en un hecho tan sencillo y sublime como que huela a gas. Y qué más da que en nuestra historia no apareciera Carmen Salinas, Sasha Montenegro o Alfonso Zayas… hacemos libros y somos re’ divertidos.
A unas horas del suceso, aún “lo recuerdo perfectamente”: tomé de mi bolsa un billete de 200 pesos (¿reacción natural?), mientras de fondo se escuchaba una canción de Mark Anthony que alguien tenía en su reproductor… Y en este testimonio admito que yo hubiera preferido un soundtrack más rasposo, como la canción esa de Chico Ché y La crisis:
Huele a gas
Chico Ché
Si va a volar
no vuele con el gas,
porque con el gas
no vale el “ahí se va”.
A mi vecina le explotó el bolier
y la pestaña se le quemó,
la permanente, la permanente,
la permanente se le achicharró.
Esto les pasa por descuidados,
por no poner nunca atención.
Siempre se apaga solo el piloto
y luego viene la quemazón.
Cuidado con el gas,
que te va a explotar.
Cuidado con el gas,
que te va a explotar.
No dejes nunca sobre la estufa
los alimentos sin vigilar,
porque se tiran y apagan todo
y así se sigue saliendo el gas.
Vigila siempre las conexiones
para que evites las explosiones.
Porque tu sabes que si explotamos
toditos juntos con el gas nos vamos.
Cuidado con el gas,
que te va a explotar.
Cuidado con el gas,
que te va a explotar.
¡El gaaaas!
Cuidado con el gas,
que te va a explotar.
Cuidado con el gas,
que te va a explotar.