*** Mitad real, mitad ficción… es una historia mía a medias… una historia mía y de alguien que no soy yo.***
Encendiste tu cigarro con gesto de indiferencia y me provocaste algo de risa; recordé aquella de Fallaste corazón: “Y tú que te creías el rey de todo el mundo/y tú que nunca fuiste capaz de perdonar…” Pero, ¿tenías algo que perdonarme?... quizás únicamente el hecho de haberte perseguido con tanta insistencia durante las últimas semanas.
Y mientras fumabas yo pensaba en cómo era posible que no tuvieras sentimientos… en cómo era posible que me hablaras con tanta gravedad sin siquiera mirarme a los ojos… como si yo no estuviera presente. Jamás te entendí, y tampoco sé cómo pude aceptarte aquella invitación a tomar un café, aun después de que pusiste en entredicho mi inteligencia.
Mi amiga Laila siempre ha pensado que tengo un pésimo tino, que soy experta en relacionarme con tipos raros, inadecuados y hasta un tanto dañinos; lo único bueno es que siempre remata con una sonrisa indulgente y algún chascarrillo acerca de mi miopía emocional. Ya me lo había dicho Laila, pero yo insistí en buscar una oportunidad.
Continuabas fumando, inmutable. Recordé que, según tú, nuestro proceder como entes sociales casi siempre está impregnado de hipocresía, de frivolidad y banalidad… y recordé también aquellas veces en que callé por miedo a ser juzgada y sujeta a tu desaprobación; quizás tenías razón… quizás sólo en parte.
Mirando a la nada me pediste que no “lloriqueara”, que no fuera infantil. Y de un momento a otro pretendiste que todo aquello en lo que yo creía no era más que “convención social”. Yo sólo asentí con la cabeza, sumergida en mis tribulaciones, que, como ya sabías, me llevaban a un dolor profundo e insistente. Quise hablar, pero me interrumpiste.
Tu sentimiento de superioridad te llevó a mirarme como una “pobre víctima”. Y cuando ya ibas en el segundo cigarro intentaste mentir, como si todo pudiera arreglarse con un poco de condescendencia. Y yo persiguiéndote, como lo había hecho durante las últimas semanas… Insistente… como si tu opinión fuera a cambiar con tan sólo conocerme mejor; pero ni siquiera te habías detenido a observarme un poco.
El segundo cigarro se terminaba. Parpadeé un par de veces; la insatisfacción en tu semblante y la acusación manifiesta hacia mi persona me sacaron del letargo. Me dijiste lo que pensabas de mí… colocaste en mi frente una enorme etiqueta y solucionaste el problema, el problema que al final de cuentas era yo.
Cuando ya ibas por el tercer cigarro entendí que necesitabas estar solo, como antes de que yo llegara, como antes de que comenzaras a fumar. Comprendí que ninguno de mis intentos cambiaría la historia… supe que era momento de dejarte solo y soñar por mi cuenta.
Veneno
Caramelos de Cianuro
No sé
si estas llorando por que me voy,Encendiste tu cigarro con gesto de indiferencia y me provocaste algo de risa; recordé aquella de Fallaste corazón: “Y tú que te creías el rey de todo el mundo/y tú que nunca fuiste capaz de perdonar…” Pero, ¿tenías algo que perdonarme?... quizás únicamente el hecho de haberte perseguido con tanta insistencia durante las últimas semanas.
Y mientras fumabas yo pensaba en cómo era posible que no tuvieras sentimientos… en cómo era posible que me hablaras con tanta gravedad sin siquiera mirarme a los ojos… como si yo no estuviera presente. Jamás te entendí, y tampoco sé cómo pude aceptarte aquella invitación a tomar un café, aun después de que pusiste en entredicho mi inteligencia.
Mi amiga Laila siempre ha pensado que tengo un pésimo tino, que soy experta en relacionarme con tipos raros, inadecuados y hasta un tanto dañinos; lo único bueno es que siempre remata con una sonrisa indulgente y algún chascarrillo acerca de mi miopía emocional. Ya me lo había dicho Laila, pero yo insistí en buscar una oportunidad.
Continuabas fumando, inmutable. Recordé que, según tú, nuestro proceder como entes sociales casi siempre está impregnado de hipocresía, de frivolidad y banalidad… y recordé también aquellas veces en que callé por miedo a ser juzgada y sujeta a tu desaprobación; quizás tenías razón… quizás sólo en parte.
Mirando a la nada me pediste que no “lloriqueara”, que no fuera infantil. Y de un momento a otro pretendiste que todo aquello en lo que yo creía no era más que “convención social”. Yo sólo asentí con la cabeza, sumergida en mis tribulaciones, que, como ya sabías, me llevaban a un dolor profundo e insistente. Quise hablar, pero me interrumpiste.
Tu sentimiento de superioridad te llevó a mirarme como una “pobre víctima”. Y cuando ya ibas en el segundo cigarro intentaste mentir, como si todo pudiera arreglarse con un poco de condescendencia. Y yo persiguiéndote, como lo había hecho durante las últimas semanas… Insistente… como si tu opinión fuera a cambiar con tan sólo conocerme mejor; pero ni siquiera te habías detenido a observarme un poco.
El segundo cigarro se terminaba. Parpadeé un par de veces; la insatisfacción en tu semblante y la acusación manifiesta hacia mi persona me sacaron del letargo. Me dijiste lo que pensabas de mí… colocaste en mi frente una enorme etiqueta y solucionaste el problema, el problema que al final de cuentas era yo.
Cuando ya ibas por el tercer cigarro entendí que necesitabas estar solo, como antes de que yo llegara, como antes de que comenzaras a fumar. Comprendí que ninguno de mis intentos cambiaría la historia… supe que era momento de dejarte solo y soñar por mi cuenta.
Veneno
Caramelos de Cianuro
No sé
o por que sabes que volveré,
sólo soy capaz de dar dolor.
***
No sé
qué haría con otra oportunidad,
si hay mil maneras para traicionar,
todas ellas llevan a perderte una vez más...
***
¿A dónde van todas esas promesas
que alguna vez hice y no pude cumplir?
Espérame en el fondo de tu alma,
ten calma.
***
Muéstrame las marcas de las tristezas,
las cicatrices que te di,
nunca fue mi intensión sumergirte
en mi espeso veneno...
***
No sé
si aún tengo tiempo para cambiar,
si aún queda algo por salvar,
no se ha perdido nada si aún nos queda algo más...
***
¿A dónde van todas esas promesas
que alguna vez hice y no pude cumplir?
Espérame en el fondo de tu alma,
ten calma.
***
Muéstrame las marcas de las tristezas,
las cicatrices que te di,
nunca fue mi intensión sumergirte
en mi espeso veneno,
nunca fue mi intensión herirte una vez más...
***
Creí merecer más de una,
no fui suficiente para dos...
3 comentarios:
Señorita Pení, siempre tan enamorada y despechada... dígale al personaje de su historia que su amiga tiene un poco de razón, que s consiga una relación normal.
Saludos. Felices fiestas.
CHINA... ESO DE LA MIOPÍA EMOCIONAL CREO ES MÁS UN ASUNTO GENERACIONAL QUE PERSONAL; SIEMPRE NOS LLAMA LA ATENCIÓN LO TOTALMENTE OPUESTO A NOSOTROS, IF YOU KNOW WHAT I MEAN...
TE MANDO UN ABRAZO Y FELICES CHESTAS :)
ENCONTRÉ SU BLOG POR ACÁ...y zzzzzzzzz q historia......y así pasa...y las estrofas de abajo? de donde vienen? me gusto....harto dolor....
jojojojo
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