No soy de inmenso atractivo y, pese a mis perfumados intentos, no puedes decir que soy “linda”. No soy activista, ni libertadora social; no abandero más causa que compartir lo que tengo y lo que hago con el mundo. No soy buena para memorizar y a veces se me escapa la frase precisa… No soy llevadera, se lo atribuyo a mi carácter inestable.
No soy el tipo de mujer que provoca, quizás tampoco el tipo de señorita presumible… y cuando no tengo nada bueno que decir, simplemente me callo. No soy cerebral, ni demasiado sociable; mi vida se reduce a una absurda pasión por aferrarme a todo lo bueno que voy encontrando a mi paso.
No hay en mí agresividad, la sustituye una infinita cursilería. No hago ejercicios mentales, de esos complicadísimos. No tengo pretextos cuando sabes que estoy aquí, a veces no sé negarme. No soy sincera cuando me digo que tengo el control en la palma de mi mano. Con frecuencia no soy lo que otros esperan.
No soy buena amiga, mucho menos cuando me da por pensar demasiado… No soy honesta cuando digo que comprendo todo, cuando hago de cuenta que no pasa nada. No soy buena, al menos no aquí, no en esta situación… No soy correcta en las despedidas, no cuando me ahorro el drama de mi novela.
No sé acatar órdenes… se me van los dedos… No me juzgues, aunque prometí no hacerlo: escribir. No sientas culpa al percatarte de todo lo que no soy… lo que no seré. No intentes comprenderlo, no pierdas el tiempo con suposiciones, pero tampoco me pienses “emocional” y absurda con la justificación de que soy mujer.
No soy misericordiosa con mi imagen pública, no me contengo… hace tiempo que no llega a mí el equilibrio convencional. No soy fanática de las casualidades, soy el tipo de persona que genera sus designios. No soy “simpática” siempre, ni sonrío siempre, ni guardo las formas siempre… No soy así, aunque muchas veces no sea bueno para mí.
No soy el tipo de mujer que provoca, quizás tampoco el tipo de señorita presumible… y cuando no tengo nada bueno que decir, simplemente me callo. No soy cerebral, ni demasiado sociable; mi vida se reduce a una absurda pasión por aferrarme a todo lo bueno que voy encontrando a mi paso.
No hay en mí agresividad, la sustituye una infinita cursilería. No hago ejercicios mentales, de esos complicadísimos. No tengo pretextos cuando sabes que estoy aquí, a veces no sé negarme. No soy sincera cuando me digo que tengo el control en la palma de mi mano. Con frecuencia no soy lo que otros esperan.
No soy buena amiga, mucho menos cuando me da por pensar demasiado… No soy honesta cuando digo que comprendo todo, cuando hago de cuenta que no pasa nada. No soy buena, al menos no aquí, no en esta situación… No soy correcta en las despedidas, no cuando me ahorro el drama de mi novela.
No sé acatar órdenes… se me van los dedos… No me juzgues, aunque prometí no hacerlo: escribir. No sientas culpa al percatarte de todo lo que no soy… lo que no seré. No intentes comprenderlo, no pierdas el tiempo con suposiciones, pero tampoco me pienses “emocional” y absurda con la justificación de que soy mujer.
No soy misericordiosa con mi imagen pública, no me contengo… hace tiempo que no llega a mí el equilibrio convencional. No soy fanática de las casualidades, soy el tipo de persona que genera sus designios. No soy “simpática” siempre, ni sonrío siempre, ni guardo las formas siempre… No soy así, aunque muchas veces no sea bueno para mí.