El otro día me subí a uno de esos camiones blancos grandotes; así vino a mi mente el recuerdo de la primera vez que viajé en uno. No sabía dónde depositar el dinero y, cuando pretendí dárselo al chofer en la mano, más de la mitad de los presentes se rieron mientras que mis amigos de la prepa no paraban de burlarse: “¿Qué no hay de estos en tu pueblo?”.
Bueno, fue sólo una digresión. El caso es que esta vez ocurrió algo por demás ¿chistoso? El transporte estaba lleno cuando, de repente, un tipo que iba sentado sacó su radio de pilas y cuidadosamente sintonizó
Amor 95.3 FM con ayuda de la antena; entonces comenzó a escucharse: “…Y soy rebelde, cuando no sigo a los demás/Y soy rebelde…”
Hasta ahí todo parecía normal, entonces dio inicio
La hora de Luis Miguel. Ni tardo ni perezoso, el susodicho le subió el volumen a su radio — emocionadísimo, loco de contento— y comenzó a cantar. ¡Ay, ay, ay!, el pobre era bien desafinado, más bien desafinadísimo, y miren que lo digo yo; era algo así como escuchar a
Shaggy el de
Scooby Doo.
Poco a poco su voz fue en “crescendo”... ya era todo un concierto. La gente se asomaba en busca del osado, los curiosos estiraban el cuello y husmeaban entre la multitud. De pronto, alguien no contuvo el comentario: “Si ni canta tan feo”; las risas no se hicieron esperar, pero eso no ofendió en lo más mínimo al futuro heredero de
El Sol, quien incluso cerraba sus ojitos para una mejor interpretación.
Y resultó gracioso observar cómo hasta los más serios, los de gesto severo, no podían aguantarse, es más, el chofer también se reía. Una mujer joven que estaba sentada a mi lado tuvo que secarse las lágrimas que le fueron provocadas por el ataque de carcajadas. “De veras, no es por ser mala persona, pero ahora resulta que
Luis Miguel no se sabe sus propias canciones”, me dijo bajito, entre risa y risa.
Aquel comentario hizo que yo prestara más atención a la interpretación del individuo del radiecito: “…Que anoche en la playa, no me dejaste amarte/pues hay dentro de mí otra mujer (¡¡¿¿??!!)/No busques a la noche/No busques a la playa/No busques a la lluvia (¡¡¿¿??!!)/Será que no me amas…”. ¡Chalessss! Fan, fan y ni siquiera se sabía bien las letras, ya no hay vergüenza.
El momento culminante, el colmo de los colmos, vino con
El día que me quieras: “…Y un rayo misterioso, hará nido en tu pelo/luciérnaga furiosa (¡¡¿¿??!!)…”. Yo sólo pude pensar: “Aguas con el ataque de las luciérnagas, porque están ¡fu-rio-sas!”, jajaja. “Bueno, pero si quiera le pone sentimiento”, agregó mi vecina de asiento después de un rato.
Como los asiduos escuchas de
Amor sabrán, uno de los spots public
itarios de la estación está basado en una canción de “Luis Mi”. Súbitamente, cuando parecía que los comerciales nos brindarían un breve descanso, se escuchó el alarido: “Amor, amor, amor…”. Sí, sí, hasta el spot se aventó el condenado, ¡por Dios, hasta el spot!, ya no sabíamos si reír o llorar.
Por fortuna yo me bajé en Rojo Gómez, lo siento por todos aquellos que tuvieron que “chutarse”, completita,
La hora de Luis Miguel. Bueno, al menos me hice amiga de la mujer que compartió asiento conmigo: “Hasta luego, que le vaya bien. Disfrute lo que le queda del concierto”, le dije bromeando. Al despedirnos, ambas volvimos a reír e intercambiamos una mirada maldosa.
Ahora te puedes marchar
Luis Miguel
Si tú me hubieras dicho siempre la verdad
Si hubieras respondido cuando te llamé
Si hubieras amado cuando te amé
Serías en mis sueños la mejor mujer
Si no supiste amar
Ahora te puedes marchar
Si tú supieras lo que yo sufrí por ti
Teniendo que olvidarte sin saber por qué
Y ahora me llamas, me quieres ver
Me juras que has cambiado y piensas en volver
Si no supiste amar
Ahora te puedes marchar
Aléjate de mí
No hay nada más que hablar
Contigo yo perdí
Ya tengo con quien ganar
Ya sé que no hubo nadie que te diera lo que yo te di
Que nadie te ha cuidado como te cuidé
Por eso comprendo que estés aquí
Pero ha pasado el tiempo y yo también cambié
Si no supiste amar
Ahora te puedes marchar
Aléjate de mí
No hay nada más que hablar
Contigo yo perdí
Ya tengo con quien ganar
Ya sé que no hubo nadie que te diera lo que yo te di
Que nadie te ha cuidado como te cuidé
Por eso comprendo que estés aquí
Pero ha pasado el tiempo y yo también cambié
Si no supiste amar
Ahora te puedes marchar