¿Sedentarismo?, ¿Pasividad total?, ¡Haga lo mismo que yo!...
Toda mi vida he tenido pésimos hábitos, no hago más que ejercicios cerebrales y vivo de una rigurosa dieta a base de chicharrones, palomitas con salsa valentina y coca-cola. Pero, aunque nadie lo crea, este fin de semana pude convertirme en "deportista por un día".
Cuando menos me di cuenta ya me encontraba en la línea de salida, junto a una multitud que coreaba el "gooooya" al unísono. Y ahí estábamos, cuatro de los mejores deportistas de México, jajaja: Gay-Gay-Gay (Gade), Sopa de pan (Diana), Alex (Alejandro) y la China (yo); todos dispuestos a correr los mejores ocho kilómetros de nuestras vidas.
¡Qué vergüenza!, Alex me dejó atrás casi desde el inicio, Diana tuvo un poco más de compasión y me acompañó hasta el kilómetro dos... a Gade me lo encontré a medio recorrido, pero también me revasó. Después de que Gay-Gay-Gay me abandonara, bajé el ritmo, ya más bien caminaba, fue entonces que escuché el consejo de una mujer de unos 60 años: "No te pares, aunque sea trota, pero síguele, ¡tú puedes!".
En realidad fue toda una experiencia, pocas veces se vive un ambiente tan divertido y lleno de solidaridad. Porras por todas partes, la gente que nos gritaba: "corran, muchachos, ya nada más faltan tres kilómetros". A duras penas llegué a la meta, corrí mis últimos trecientos metros sobre la pista del Estadio Olímpico Universitario y recibí una graciosa bienvenida: "Y ahí viene la mil 64, con enormes esfuerzos, y ahora... ¡una enorme sonrisa!"
Fue así como rompí la monotonía cotidiana, aunque fuera sólo por un día; fue así como viví el XV Maratón conmemorativo del programa Goya Deportivo...
Encuentro fortuito
Camino a la carrera me hice de un "amigo", un chico simpático que se ofreció a compartir conmigo el "veintiúnico" taxi que había.
Amable a más no poder, con una hermosa sonrisa, Saúl, estudiate de Letras Hipánicas me hizo compañía hasta que encontré a mis amigos. "Me gusta hacer cosas diferentes a las que siempre hago", me dijo, antes de que me pidiera que le tomara una foto "con el estadio de fondo".
Nos separamos para comenzar a correr, las mujeres salimos diez minutos antes que ellos... Debut y despedida, perdí a Saúl entre el mar de gente... Ahora sólo me queda hacer su retrato hablado y pegarlo por toda Ciudad Universitaria, jajaja.
Toda mi vida he tenido pésimos hábitos, no hago más que ejercicios cerebrales y vivo de una rigurosa dieta a base de chicharrones, palomitas con salsa valentina y coca-cola. Pero, aunque nadie lo crea, este fin de semana pude convertirme en "deportista por un día".
Cuando menos me di cuenta ya me encontraba en la línea de salida, junto a una multitud que coreaba el "gooooya" al unísono. Y ahí estábamos, cuatro de los mejores deportistas de México, jajaja: Gay-Gay-Gay (Gade), Sopa de pan (Diana), Alex (Alejandro) y la China (yo); todos dispuestos a correr los mejores ocho kilómetros de nuestras vidas.
¡Qué vergüenza!, Alex me dejó atrás casi desde el inicio, Diana tuvo un poco más de compasión y me acompañó hasta el kilómetro dos... a Gade me lo encontré a medio recorrido, pero también me revasó. Después de que Gay-Gay-Gay me abandonara, bajé el ritmo, ya más bien caminaba, fue entonces que escuché el consejo de una mujer de unos 60 años: "No te pares, aunque sea trota, pero síguele, ¡tú puedes!".
En realidad fue toda una experiencia, pocas veces se vive un ambiente tan divertido y lleno de solidaridad. Porras por todas partes, la gente que nos gritaba: "corran, muchachos, ya nada más faltan tres kilómetros". A duras penas llegué a la meta, corrí mis últimos trecientos metros sobre la pista del Estadio Olímpico Universitario y recibí una graciosa bienvenida: "Y ahí viene la mil 64, con enormes esfuerzos, y ahora... ¡una enorme sonrisa!"
Fue así como rompí la monotonía cotidiana, aunque fuera sólo por un día; fue así como viví el XV Maratón conmemorativo del programa Goya Deportivo...
Encuentro fortuito
Camino a la carrera me hice de un "amigo", un chico simpático que se ofreció a compartir conmigo el "veintiúnico" taxi que había.
Amable a más no poder, con una hermosa sonrisa, Saúl, estudiate de Letras Hipánicas me hizo compañía hasta que encontré a mis amigos. "Me gusta hacer cosas diferentes a las que siempre hago", me dijo, antes de que me pidiera que le tomara una foto "con el estadio de fondo".
Nos separamos para comenzar a correr, las mujeres salimos diez minutos antes que ellos... Debut y despedida, perdí a Saúl entre el mar de gente... Ahora sólo me queda hacer su retrato hablado y pegarlo por toda Ciudad Universitaria, jajaja.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario