jueves, abril 22

You get what you give

“Sí, hay gente con problemas”, me dijo mi madre mientras le contaba cómo había terminado una amistad, en parte por un fuerte desacuerdo y en parte porque la persona en cuestión entabló una especie de amistad por Facebook con un tercero indeseable en mi vida. No lo sé, creo que a veces odio Internet, jajaja.


A diario peleo porque este medio electrónico no controle mi existencia, por tener una vida real con relaciones verdaderas. La red de redes es a veces una herramienta del demonio que algunos utilizan para espiar, otros para provocar incomodidad bajo el anonimato y el resto de este selecto grupo la utiliza para engancharse de alguna manera a quienes han buscado por todos los medios crear barreras que fomenten la salud mental.


Como sea, creo que he madurado; he aprendido lo que vale la pena y lo que no. A decir verdad, para bien o para mal, tengo una escala de valores bastante rígida, la cual incluye no solapar a otros en sus venganzas estúpidas y no provocarle molestias gratuitas a nadie; en parte, ya saben, por aquello del karma.


Suelo ser demasiado ingenua, casi nunca pienso mal de los demás. Aquella vez me dije “vaya, que quizás ha sido una estúpida coincidencia”… pero no, fue con dolo, no me consta del todo, pero cualquiera pensaría que de ambas partes. Sin embargo, si le hace bien a ambos, si se necesitan mutuamente y yo fui “el medio que Dios eligió”, jajaja… que sean felices, tampoco tengo corazón para interponerme.


El repetitivo consejo sería: “déjalos, ninguno fue nunca tu amigo”. Total, que a mí me conviene pensarlo a manera de superación personal, al menos por esta vez y en este caso. A él me lo presentó una amiga, justo es entonces que yo, a mi vez, se lo haya presentado indirectamente a una conocida.


Quizás suene un poco ardida, pero considero que me es útil replantearlo, aún más en este preciso momento, cuando he regalado algunas de mis pertenencias, reordenado otras y hasta tirado algunas a la basura, porque ya no me sirven y sólo me estorban. Sin duda es difícil eso de los desprendimientos, pero se pude.


Mi abuela siempre decía que me preocupara por cosas que valieran la pena. Hoy, a mis 26 años, la comprendo perfectamente. En la vida es mejor andar liviano, sin cargar tantas maletas durante el viaje… Por eso hoy quise terminar de sacarlo en el Blog… para no pensar en ello nunca más.

No hay comentarios.: