sábado, septiembre 12

Ahí va... jalando

Me levanto: domingo por la mañana. Me da por ordenar el cuarto. A las 9:00 comienzo a prepararme para ir al hospital. Me pongo las botas Dr Martens y me enchufo al iPod… suena Exlover de los Friendly Fires. Compro un paquete de donas, de esas que vienen espolvoreadas con azúcar glass. Directo hasta Mixiuhca y de ahí a Centro Médico… transbordo en el metro, una estación más y llego al Hospital General.


Siguen sonando los Friendly Fires. Saludo a la banda: Karla y Alejandro. Primero a la barbacoa, a desayunar… Luego llego al pabellón de hematología; me enfundo en la bata y me coloco el cubrebocas. No soy médico de la risa… a veces sólo busco una razón. Pienso un poco en mi abuela y me viene el ánimo.


Hoy es domingo… nada de corazones rotos. Masco todo el chicle que se me antoja… no me importan los braquets: la vida es corta. ¿Acaso soy un accidente? Más bien soy un poco cobarde, pero se me quita; el destino de vez en cuando me da un empujón… y a nadar… ¡y sin llantita salvavidas!


Ante Karla me declaro adicta al trabajo y al chocolate, es la única manera de soportar largas jornadas sin “meterme” alguna cochinada. Ella dice que le impresiona la conciencia que tengo de mis actos, de mis vicios, de las situaciones incorrectas de mi existencia; Karla a veces me conoce demasiado.


Alguien pregunta mi nombre: hoy soy Penélope. Es mucha mi torpeza haciendo manualidades, pero soy mejor en eso que besando. Sonrío… me gusta estar con los pacientes, me gusta estar con Alejandro, es una buena persona; en el hospital todos lo aman, todos menos Nachito, el señor de la limpieza, ja.


El suelo y las camas están cubiertos de diamantina rosa… Alex dice que Nachito se molestará porque ya vinimos con nuestras ridiculeces. Y yo que me creía un hada urbana, haciendo que todo brille a mi paso… ¡qué ñoña! Algo ocurre y recuerdo la frase de Fito Páez: “la brisa de la muerte enamorada, que ronda como un ángel asesino…” Demasiados pensamientos a veces.


Luego vamos a la plaza comercial. Alex me acompaña a la tienda de discos: All you need is Mosh y The very best of Bob Marley. Nos damos un beso de despedida, y un abrazo. Entro a Sanbon’s y me compro un collar para llenar mis falsas necesidades… pido un espejo: se me ve bonito. Llevo a casa una caja con donas surtidas de una franquicia gabacha… sí, más donas.


¿Qué más da? La vida a veces me abofetea con su guate blanco. De amor nadie se muere, ni la niña de Guatemala… no me consta que haya muerto de amor. Duele… ¡qué chingados!... Resiste China… saca la casta. Acuérdate de todo lo prometido, de las deudas contigo, de cuando querías comerte el mundo. Levántate… acuérdate del Karate Kid… de Rocky Baolboa… de León, el peleador de la calle… ¡Yo que sé!


Encuentro en mi cuarto una caja con bombones cubiertos de chocolate. Llegué de la calle empapada porque llovió. Me siento a ver tele y me doy un pasón con azúcar y cacao. Pienso, aunque a veces siento que tan sólo medio existo. El domingo fue un buen día... y quizás la semana comienza un día antes del lunes.


***

Tal vez no inventaron el agua caliente, ni el hilo negro… pero me encanta ver en este video la demencia y pasión que los Friendly Fires le imprimen a la rola.




jueves, septiembre 3

Despedidas largas

Las cosas con el tiempo se olvidan… cuando son frágiles se rompen… cuando están vacías se vuelven tediosas… Y no, no volveremos a querernos más… No cambiaré… ni seré bonita… ni me haré un tatuaje… ni me aprenderé el Kamasutra… No volveré a conocerte, como esa primera vez… ni tendré menos edad… No volveremos a ser los mismos…


No hay culpas, porque con el tiempo las culpas se acaban... y queda una profunda nostalgia. Y cada quien vive su vida… y algunas veces es como si jamás hubieras existido… hasta que algo pasa y se desliza un recuerdo, y me da por creer que “hubiera podido ser distinto”.


Las historias con el tiempo se acaban, y ya no hay nada que decir… y yo intento contener una lágrima cuando caigo en cuenta de que terminó… para siempre. Y algo lo dice… cuando todo se remite a hace meses, a hace años… cuando el presente está en blanco, y escucho una canción y siento una leve punzada en el pecho.


Estuve sola, y tuve miedo… ya no estabas ahí. Y cuando quise intentarlo, todo fue violento, como si nunca hubieras sabido quién soy… No pude volver a verte a los ojos, y tú no pudiste levantar el teléfono. Y me dejaste con el alma estrujada, con una duda atravesada en la mente.


Ya no importa si te echo de menos, no importa… Ya no importa si el último día que te vi estaba temblando y te abracé con fuerza. Pudiste ver en todas algo, menos en mí… y aquella tarde mi corazón pequeño, proporcional a mi tamaño, quiso salírseme del pecho… así soy yo. Qué más da si no fue suficiente.


Dejar ir a alguien es de las cosas más difíciles. Y aún sigo escribiendo, pero es que me hace bien… Me acuerdo de cuando me enamoré de ti, y me acuerdo de cuando te escuché resuelto hablándome de cómo besar… de mi cuerpo… de todas esas cosas que jamás importaron cuando éramos “amigos”.


Hace un par de meses hubiera deseado decirte cuánto me habías desilusionado, pero no hubo tiempo, hoy ya no importa tampoco. Nunca me invitaste un café, jamás tuve una flor… Hoy me paseo por la vida, de vez en cuando alguien paga mi cappuccino y el día que necesito llevar un girasol en la mano… lo compro.


***


Escuché mi disco de Andrés Calamaro, y pensé que no escribo tan bien, ja… pensé que aún me falta mucho por vivir. Ando pensativa… las Obras incompletas de Andrés me movieron sentimientos. Esta China a veces es víctima, y otras criminal…


Crímenes perfectos

Andrés Calamaro


¿Sentiste alguna vez lo que es

tener el corazón roto?

¿Sentiste a los asuntos pendientes volver

hasta volverte muy loco?


Si resulta que sí,

sí podrás entender

lo que me pasa a mí esta noche.

Ella no va a volver

y la pena me empieza a crecer adentro.

La moneda cayó por el lado de la soledad

y el dolor.


Todo lo que termina, termina mal,

poco a poco,

y si no termina se contamina mal

y eso se cubre de polvo.


Me parece que soy de la quinta que vio

el mundial setenta y ocho.

Me tocó crecer viendo a mi alrededor

paranoia y dolor.


La moneda cayó del lado de la soledad,

otra vez.


No me lastimes con tus crímenes perfectos

mientras la gente indiferente se da cuenta.

De vez en cuando solamente sale a fuera…

la peor manera.