jueves, junio 15

Paquita Vs El Hombre-Basura

Yo no vi nada, na-di-ta. Venía geteándome en el microbús cuando escuché el gritote que me despertó:

— ¡No me toque! ¡Le digo que no me toque! ¡Cochino! ¡Asqueroso!

Y el wey de junto con cara de “yo no fui”, fingiendo demencia. Ese hombre cuarentón que miraba a su compañera de asiento como si esta estuviera perdiendo la razón. No decía nada, sólo la miraba. Al final de cuentas ninguno de los dos se movió de su asiento; ambos habían emprendido la guerra, a ver quién de los dos se echaba pa’ tras primero.

Parecía que ya no habría problema alguno cuando, cinco minutos más tarde, se escuchó otro grito:

— ¡Le dije que no me tocara! ¡Se lo dije, pinche viejo cochino!

Y el otro, de nuevo actuaba como si la virgencita le hablara, como si no entendiera de lo que se trataba el asunto. No dijo nada, de nuevo se quedó callado, gesto que indignó aún más a la presunta víctima de los bajos instintos de aquel pervertido pasajero.

— ¡Pendejo! ¡Sí, es usted un pendejo! A ver… atrévase de nuevo… Tóqueme una vez más y verá cómo le va… ¡Cochino! ¡Animal!

Y todos los pasajeros risa y risa. Un par de jóvenes veinteañeros opinaban en voz bajita: “¡Sí, que se lo madree!” “Usted puede, señora, póngale en su madre”. El resto del “pasaje” intercambiaba miraditas burlonas y de vez en cuando se sonreían mutuamente.

Y si alguien creía que había sido todo… ¡qué equivocación más grande!, apenas venía lo mero bueno. La mujer molesta, furiosa, con ojos incendiarios, se levantó del estrecho asiento y le asestó un golpe a su compañero quien, debido a que venía sentado junto a la ventana, no tuvo ni para dónde moverse.

— Esto sí no se lo soporto. ¡Bestia! ¡Animal! ¡Pendejo!... ¡Sí, es usted un pendejo! ¡Basura!...

Y yo que me empiezo a acordar de Paquita la del Barrio, cuando aquel hombre, al igual que su compañera de asiento, se levantó para aclararle que la enferma, y de paso neurótica, era ella. El microbús en marcha, recorriendo las calles mientras ellos se insultaban mutuamente.

— ¡Oigame! Ahora resulta que no puedo extender mi brazo para rascarme la cara ¿Está usted loca? Además, se viene recargando en mí, y yo no lo tomo a mal porque es obvio que el espacio es muy reducido y no cabemos bien.
— ¿Yo? ¿Recargarme en una basura como usted? Porque eso es lo que es, ¡una basura!
— No me insulte, señora, ni tampoco me pegue, no abuse de su condición, no se exponga a que le falte al respeto.

Y acto seguido la mujer le propinó otro golpe. Observé el rostro del hombre, ví la frustración en su semblante… Alzó la mano… La detuvo en el aire… Apretó los labios… Se enrojeció su rostro… Y luego… luego bajo la mano… despacio, muy despacio, mientras contaba hasta diez (bueno, eso ya es choro mío, ja) e intentaba respirar con calma.

— No señora, no soy ese tipo de persona. Y discúlpeme, pero yo no le he faltado al respeto en ningún momento.
— ¡Ay sí! ¿Qué cree que na’ más porque viene de “trajecito” me va a venir con esas pendejadas?

¡Órales! Aquello ya hasta era un asunto de “lucha de clases”… De nuevo las carcajadas por parte de la gente, y el chofer que se hacía el disimulado, valiéndole gorro; él se concretaba a manejar, feliz, por la colonia Granjas Esmeralda.

La mujer se volvió a sentar, ya no dijo nada. El hombre la miraba de reojo, por encima del hombro, un tanto temeroso. Y Paquita, digo, la señora, se bajó dos cuadras más adelante, mientras que su compañero de asiento hizo lo mismo tres calles después de donde bajó ella.

Y yo que me quedo pensando… creo que no agarré la onda. No pongo las manos al fuego por ninguno de los dos; pero me da miedo comprobar que esta ciudad es como la jungla misma. No me dio risa, bueno, poquita, cuando conté el relato por primera vez.

Y no puedo opinar; la verdad sólo Dios la sabe… Porque hay un Dios que tooooooodo lo ve… Y me sigo preguntando, ¿Por qué siempre me toca a mí? ¿Por qué soy espectadora de este tipo de acontecimientos? Eso me pasa por residir en el DFectuoso...

14 comentarios:

Frodo dijo...

Sí, hay que reírse.
Si la gente anda como se dice "con la espada desenvainada" a los demás sólo nos queda eso y esperar a que no nos toque.

Besos Chinampa.
Frodo envaina su espada.

Anónimo dijo...

jajajajjajajajajjajjajajajajajjajjajajajajaajajjajajajajajajajjaajjaja
es teRRible!!
pero...
jajajajajajajajajajajajajajajajajajjaajjjaaajajjajajajajajajajjajajaja

tienes que reir y quejarte al mismo tiempo, así la imprudente del micro podrías ser tú, claro si la competencia no fuera paquita.

Ella merece un aplauso!

Anonimo dijo...

Kiubo

Jejejejeje.... que buena anecdota mi china.... quien habrá sido el culpable... el cochinote de traje o la ñora de barrio..... un misterio... sin resolver.... ohhhhh....

Saludos.

Anónimo dijo...

Siempre que subo al metro espero peleas como esas. Son bien cagadas.

Es como Laura en América.

¡Adelante con las imagenes!

Anónimo dijo...

Oye pen!! ¡¡¿Cómo que tooodo me toca a mí?!!! .. Y a paquita qué??
En fin.. Rescato dos cosas, más bien dos expresiones, una : "No me insulte, señora, ni tampoco me pegue, no abuse de su condición" uyyy, ahora resulta que ser mujer es una condición.. le pregunto al señor respetabilísimo: ¿es transitoria?..
dos:¿Qué cree que na’ màs porque viene de “trajecito”?... ash! ahora resulta que hay que respetar a los trajeados por trajeados... mmm qué mal.
Solo cómo ejemplos del poco respeto al otro, y los miles de prejuicios con los que nos movemos...
Y haya sido una agresión de tipo sexual o no, de que hubo agresión la hubo.

Anónimo dijo...

Yo creo que no es algo necesariamente particular del DF, muchas otras ciudades padecen hacinamiento, es realmente un mal de nuestros tiempos, porque en busca de mayor cantidad de trabajos y servicios tendemos a sacrificar nuestro espacio personal.

La próxemica, que en algun momento de la carrera nos tocó estudiar, indica que para sentirte a gusto necesitas 1 metro de distancia con un extraño, espacio personal que hemos cedido demasiado en estas ciudades...

Aunque algunos podemos estar "a gusto" con tener a ciertas personas desconocidas a 30 centímetros y además es una medida que cambia de una cultura a otra, es incómoda tanta cercanía, sobre todo si le otro esta sudoroso y tuviste un día retorcido y macabro, como suelen ser algunos...

Para mi no hay nada como caminar por aceras vacías, recién llovidas, en esta ciudad o en cualquiera.

D.

Cecilia Guadarrama dijo...

¡¡¡¡¡ qué crónica!!!!!
seguro que ella era la que lo venía toqueteando... jajaja
Saludos

Sil dijo...

Aaaahh, a mi nunca me toca ver nada de eso y eso que igual viajo en micro y vivo en el DFctuoso. -_-
Quien sabe quién habrá tenido la culpa. Jeje, muy entretenida tu crónica.

Pami Yasbeck dijo...

Hubieras tomado fotos ¡o video!

Dantés dijo...

Hola... pues nomás pasaba a saludar... con todo y todo quiero a este pinche Distrito Federal!

Anónimo dijo...

mmmm!!!
Pues si la mujer tuvo razón, que bueno que se defendio, quién le manda provocarla...ahora que si ya es producto de la paranoia (justificada) que se vive en esta Ciudad, que pena; pagan justos por pecadores!!!
Y ya en el aspecto más vulgar: quién diría que Paquita áún despierta bajas pasiones?

es mi nombre Berenice dijo...

Je, seguro le andaba enseñando el pizarrín y luego se hacía el ofendido.

Oyes, penélope poderosa, quiero acreditarme. ¿Te hablo?

Jessica Sosa Echagaray dijo...

yo le doy la razon a la ñora
faltbaba mas!

Anónimo dijo...

Jejeje que gusto ver ese tipo de cosas y no ser parte del chisme