domingo, abril 23

Segunda llamada

Han pasado casi cuatro meses desde que renuncié a mi primer empleo. Armé la chillona, sufrí, pensé que no encontraría otra oportunidad. Mientras tanto, me aferré a la tesis y puse en ella todo mi empeño, comencé a dedicar tiempo y esfuerzo, algunas veces esto ha implicado también pequeños sacrificios.

Mi papá juró y perjuró que el Indie no me iba a traer nada bueno, es más, una vez hasta me dijo que nunca me perdonaría haber elegido ese tema; llegó a decirme que yo le había causado una enorme decepción. Y sí, si la música independiente no deja mucho varo, pues menos varo deja escribir acerca de ella.

Y yo, terca. Aquel día tenía entrevista con Chikita Violenta, estaba emocionada, por fin, después de muchos intentos, podía reunirme con ellos. Armando Ortigosa (guitarrista) pasó por Vladimir y por mí en su coche y nos llevó hasta su casa, donde ya nos esperaban Luis y Andrés. Más tarde se apareció Esteban.

Fue una conversación amena. Los integrantes de Chikita me trataron con toda la amabilidad del mundo y mostraron gran disposición durante las más de dos horas que duró nuestro encuentro. Además, pude escuchar algunas rolas de su nuevo material en preproducción y hasta autografiaron mi disco.

Durante nuestra plática Armando comentó acerca de su participación en Tu Rock Es Votar, él es el presidente de la asociación. Antes de bajar de su coche (tuvo el buen detalle de darnos otro aventón) me animé a pedirle chamba; no lo pensé mucho, sólo le dije que me interesaba participar en la campaña.

Para el martes de la semana siguiente ya estaba conversando con él en su oficina. Sí, me dio trabajo, es más, me dijo que ya tenía pensadas varias de las actividades en las que requeriría de mi participación. Así fue como, sin contactos ni nada, me hice de una nueva oportunidad laboral.

Qué bueno que me decidí a dejar aquel aburrido empleo, qué bueno que no me quisieron de becaria en TV UNAM. La vida es extraña, uno nunca sabe cuándo o cómo se presentará la ocasión… Y ahora lo entiendo, así es en todo, cuando una puerta se cierra, cuando alguien o algo se aleja, hay que seguir intentando porque siempre… siempre hay algo mejor.

lunes, abril 17

Más allá de mí misma

¡Cha-lessss! No sé… como que ya quiero dejar de escribir sobre mí misma, digo, está bien que esto es una especie de diario electrónico, pero me estoy estancando. Ya me parezco a esos “artistas” que escriben su historia, la producen y, para colmo, hasta actúan en ella como protagonistas. Me está dando algo así como el “síndrome Laura Zapata”, jajaja.

Pero yo digo, a mí ni me han secuestrado, a lo más que he llegado es a que me bajaran cinco pesos en un “pseudo-asalto”; aquella vez parecía el momento de la limosna en misa de domingo y los pasajeros del microbús aflojaban puras moneditas. Creo que más bien se trató de una venganza, porque al chofer lo tiraron al suelo, lo patearon y le quitaron todo el dinero de los pasajes.

Me cae que pasar tanto tiempo conmigo misma no es nada sano… A veces me dan ganas de aplicar el clásico “no quiero pensar”, pero na’ más no puedo. Lo cierto es que lo chismosa no se me quita, sólo es cuestión de reencaminar mis energías y pasearme por la ciudad en busca de aventuras. Sí, seguro que algo “bien choncho” está por ocurrir y yo estaré ahí para escribirlo.

Y no, tampoco quiero ser el símil de esas actricillas que se aferran a disque “cantar” y hasta salen con el cuento de que el disco que promocionan contiene dos temas de su “genial” autoría… “El que mucho abarca poco aprieta”. No canto tan feo, pero el álbum popero de esta su servidora (periodista de corazón) sólo lo compraría mi abuelita. Escribir es lo mío, pero escribir de lo que veo.

No es mi interés publicar un libraco chafa autofinanciado, el cual acabe en los tiraderos de Donceles con el fabuloso precio de cinco pesos. ¡No, no, no! no soy tan genial como para hacerlo todo yo, necesito de la gente, necesito vivir mi realidad. Aunque me critiquen, así soy, bien naca; sé lo que es el “folklore defeño” porque formo parte de él.

En ocasiones aprendo muchísimo más cuando platico con mis vecinos, cuando alguien me sonríe en el transporte público o cuando una persona extraña me hace la plática en la sala de espera de alguna clínica del IMSS… Quizás no lo puedo teorizar de forma “snobista” y explicarlo en términos de “lucha de clases”, yo sólo lo vivo y comprendo cada vez mejor que resulta imposible hablar de aquello que desconocemos.

Sí, últimamente ando un poco distraída, me hace falta ponerle sal a la vida. Los personajes ahí están, existen por sí solos. Y no digo que esté mal regalarse el privilegio de escribir sobre uno mismo, tampoco digo que esté mal utilizar creativamente la imaginación; yo sólo digo que nunca está de más mirar al de junto, escucharlo y, de ser posible, sentirlo.

domingo, abril 9

Corazón de condominio… de nuevo creo en el amor

De ninguna manera soy una facilota, es sólo que no puedo evitar enamorarme con inusitada frecuencia… Y no me refiero al sentimiento erótico como tal, sino a ese cosquilleo que sólo ciertas personas son capaces de provocarme. Nada puede seducirme más que la actitud apasionada; entonces me dejo llevar, con toda la disposición de aprender…

¿Será o no será? Ahí está, semblante apacible con ojos expresivos que se asoman detrás de las gafas de aumento, con sonrisa tímida pero franca; lo primero que salta a la vista es el detalle del tatuaje en el brazo. César Anaya, director editorial de la revista Rock Stage, no es el “heavy” que yo esperaba, más bien tiene toda la facha de lo que se conoce como “una buena persona”.

Lo saludo, me saluda. Nos apañamos una mesa en la sección de comida rápida de Plaza Insurgentes. Comenzamos a conversar… que por qué ese tema, que si los rockers a veces se ponen divos, que él comenzó a trabajar antes de salir de la escuela, que cuando era reportero… Escucho con atención y sonrío de vez en cuando con sus ocurrencias.

Después de unos cuarenta minutos ambos sabemos que ya es hora de comenzar la entrevista: “Bueno, Penélope, pues a lo que venimos…”. Saco la grabadora, coloco las baterías, inserto la cinta y me cercioro de que corra bien: “4 de abril, entrevista con César Anaya Jiménez…”. No hay formalidades, es como si continuáramos con nuestra conversación, todo va bien.

César es de esas personas que miran a la cara de su interlocutor mientras hablan. De vez en cuando se quita los lentes y juega con ellos, al tiempo que parpadea con cierta fuerza, como queriendo descansar la vista. “Un ojo al gato y otro al garabato”… sostengo la grabadora, observo los gestos que acompañan sus respuestas e intento no perder la secuencia de preguntas establecida en la libreta.

En la mesa de junto festejan algo, se oyen aplausos. La entrevista termina y podemos seguir platicando de otros asuntos. César me cuenta de su afición por los discos y de la versatilidad que acompaña su gusto por la música. También habla de sus compañeros periodistas, quienes de vez en cuando, para “apantallar” mujeres, mencionan bandas de “alternativo” que ni siquiera existen.

Cuando menos nos damos cuenta ya estamos hablando de asuntos tan triviales como nuestras formas de “ligar” y lo incompetentes que nos volvemos para esos menesteres en el ambiente de los “antros”. Imagino mi rostro: sonrisota de oreja a oreja, completamente idiotizada… Por un momento creo que el amor de mi vida tal vez sea un periodista, un periodista que ame la música tanto como yo.

Vuelvo al mundo real, es hora de despedirnos. No sé si volveré a verlo, pero en un par de horas César Anaya se robó mi corazón. No importa, tengo una cinta grabada con valiosa información y la sensación de que, en cualquier momento, puedo volver a enamorarme…



*** ¡Cursi, cursi, cursi!... Por hoy me doy el lujo de rayar en la ridiculez

Todo mi corazón
Yuri

Dime, ¿quién eres?
¿Cómo apareciste?
Qué buena mi suerte
Eres diferente a los demás

He estado esperándote en el sol
Quizás ni comprendas cómo soy
Pero tenlo por seguro que no voy a fallar
Porque tengo el corazón que va a estallar

Todo mi corazón
Todo mi corazón es para ti
No me preguntes más
Yo soy así
Todo mi corazón
Ya no hay más nada que decir

Dime si sientes
Cuánto te he querido
No puedo perderte
Eres mi refugio hasta el final

He estado soñando con tu amor
Sin ti ya no hay vida
Ya no hay razón…
Pero tenlo por seguro que no voy a fallar
Porque tengo el corazón que va a estallar

Todo mi corazón
Todo mi corazón es para ti
No me preguntes más
Yo soy así
Todo mi corazón
Ya no hay más nada que decir…

domingo, abril 2

Todo lo que me digas será al revés

El otro día mi mamá me platicaba que había visto a los de Botellita de Jerez en el programa ese de Animal Nocturno: “Cantan pura babosada. No sé cómo a alguien le puede gustar eso”. Un desacuerdo más; a mi sí me gustan los botellos, se me hacen bien rasposos y curadones.

Algunos los califican de “localistas”, lo cierto es que en aquella época (la banda apareció en 1983, ¡el año en que nací!) no era tan sencillo hablar de política y vida urbana con tanta soltura y naturalidad. Y hoy que está de regreso el estilo regido por el principio de que “todo lo naco es chido”, resulta imposible dejar de pensar en Botellita de Jerez.

Siempre que escucho su música se me dibuja una sonrisa en el rostro y vienen a mi mente acontecimientos curiosos que me ocurren cuando me paseo por el DFectuoso. ¿A quién no le ha tocado un Asalto chido?, nunca fue más popular el término basculear. Me gusta su lenguaje, sabroso y con ritmo.

Recuerdo que en mi infancia, cuando iba a la primaria, la moda era contestar a todo con un “Abuelita de Batman”, eso era lo “in”:
— ¿Hiciste la tarea?
Abuelita de Batman
Después vinieron las mutaciones: “Agüe…lita de Batman”.

Muy seguramente Aaron y su grupo ilusión, así como Los Askis y Los Ángeles Azules han basado sus coreografías en los pasos de La Baticumbia: “Pa’ batir el batibote hay que hacerlo pegadito/Das un paso de brinquito y una vuelta con rebote…” La Baticumbia me recuerda las fiestas iztapalapeñas y la cultura del “tibiri”.

Sí, sí, ya sé que hay quienes sienten aversión por la cumbia y hasta les salen ronchas si la escuchan. Bailar géneros populares, ser naco y estar feo es, para la “gente bien”, el triángulo del horror, pero eso a los de Botellita les vale gorro: “Que se acaben los guapos… Más vale feo, pero sabroso/que estar guapo y sin chiste”.

Y puede que en un caso de extrema emergencia convenga rezarle al “buen Dios Tezcatli-punk”, al menos eso hacen las chicas “nice” antes de operarse su “nariz de chile relleno” para quedar como Michaell Jackson. Tal vez los botellos se pasan de nacionalistas, pero es cierto: “Lo Cortés no quita lo Cuauhtémoc”. Na’ más faltaba que la morenísima China quisiera ser “rubia superior”.

— ¿Has escuchado Alármala de tos?”, le pregunté a mi jefa
— “¿Qué esa no es de los Tacubos?”
— “¡Nooooo! ¡No inventes!”
— “Me acuerdo que, allá en Tijuana, mi papá coleccionaba El alarma…”

“Siguió-la, atacó-la, golpeó-la, violó-la y mató-la con un pistola”; cruel, pero de tan irónico da risa.

Quizás lo que ocurre en la ciudad para muchos ya no tiene ningún chiste, quizás todo se pierde en la cotidianidad… La urbe nos traga, nos vuelve anónimos… Pese a todo, yo siempre me sorprendo, vivo en uno de esos barrios de los que habla Botellita de Jerez, uno de esos barrios en los que “todo puede pasar”…


***Así presentaron su rola los de Botellita de Jerez en un concierto:

“Una canción dedicada a todos aquellos lectores de una revista cultural muy importante llamada El alarma. Aprendimos a hacer niños o fetos en almíbar, por ejemplo. Aprendimos cómo disectar cuerpos de una manera muy práctica, en cuatro porciones, poniéndolos en las vías del ferrocarril (…) No sabíamos cómo hacer a nuestra abuelita en tamales y aprendimos en la revista El alarma de una manera sencilla, práctica, que ni Chepina Peralta nos pudo enseñar…”.