domingo, abril 10

Desprendimiento

Hice algo que desde hace mucho debí hacer… Cansada de escuchar tantas estupideces me levanté de la mesa y dejé el billete de 100 pesos, pese a que había sido una supuesta invitación y a que resultó una pérdida económica para mi bolsillo.

Me costó 100 pesos reconocer lo negativo de una persona en mi vida, aunque, quizás si lo veo como una inversión, hasta me salió barato. Esos 100 pesos representaban la mitad del costo del disco Silent alarm de Bloc Party que ya no me pude comprar.

Reafirmé un poco mi teoría de que la gente no sabe “dar”… no todos somos capaces. Hay quienes dan porque esperan algo de vuelta, porque necesitan que el otro esté supeditado a sus caprichos y egoísmos… hay quienes no dan desinteresadamente.

Quizás ya me lo imaginaba por lo poco que ella me conoce, a pesar de que se decía mi amiga: después de que murió mi abuela, y mientras pasaba por una “desilusión amorosa”, me regaló un deprimente libro de Murakami que ni siquiera terminé; además, en un cumpleaños me obsequió un libro de un autor que ni conozco de obras dramáticas que ni me gustan… no lo he leído.

En casa, desde pequeña mis padres siempre me enseñaron que ser observador y detallista implica una bonita muestra de afecto. Yo digo que cuando uno regala con base en sus propios gustos es porque ni siquiera se preocupa por los del otro… A mí me gustan los discos y los libros de cuentos, después de casi tres años ella no lo sabe.

No me pondré en el papel de víctima a decir que el mundo es cruel… después de tantas experiencias mi carácter se ha fortalecido. En otro momento me hubiera quedado a escucharla, autista, como la última vez… asintiendo con la cabeza… comiendo de prisa. Pero no esta vez… no más. Igual comí de prisa, pero sin escuchar lo que no me vino en gana escuchar.

Todo comenzó porque no soporto los chantajes. Lo real es que ella sólo se acuerda de mí cuando termina con su novio. Me busca, me llama por teléfono… yo trato de tranquilizarla, hablamos de lo mismo por varios días… Luego ella regresa con él y dejo de saber de su existencia hasta que se presenta una nueva separación… “bla-bla”.

Esta vez además se encargó de recordarme que hace unos años tuve una relación malsana con alguien que ni siquiera fue mi novio, entre otros aspectos de mi vida. Lo bueno es que encuentra consuelo pensando en que todos los demás están de alguna manera jodidos como ella, aunque sea en menor proporción.

Y yo hubiera soportado ser tachada de mala, egoísta, insensible, intolerante, imperfecta… pero con lo último ya no pude: “Acuérdate que cuando comenzamos a hablarnos más tú estabas con lo de tu abuela [entiéndase abuela en etapa terminal de cáncer] y yo nunca te dije que no hablaras de eso”… Pues sí, aquello se me hizo demasiado bajo (hasta para ella)… bajísimo.

Creo que, por más desesperado que se esté, uno debe tener principios, y por supuesto no hacer comparaciones idiotas. Pero es que obviamente a veces espero demasiado de los demás, con el riesgo de equivocarme, aún después de muchos años.

El resto no me importó… todo lo demás no quise escucharlo. Es una persona dañada y por lo tanto dañina; porque cuando alguien no está bien consigo no puede ofrecerle nada bueno al mundo. Así que le pedí que me dejara comer mi sándwich; total que, como todas las veces, aunque fuera una supuesta invitación, yo iba a pagarlo.

Preguntó qué iba a pasar con nuestra “amistad”, así que sólo le dije la verdad: “bueno, tú me escuchaste cuando mi abuela se estaba muriendo, yo ya toleré tus cosas… estamos a mano”. Y en un sentido más práctico así debe ser, no tengo más “deudas” con ella. En la mesa se quedó mi billete de 100 pesos.

Mientras caminaba por las calles del centro de la ciudad pensaba en el hecho de haber cerrado otro capítulo en mi vida, como lo he venido haciendo los últimos años: en eso consiste madurar. Voy dejando lo innecesario para dar espacio a personas y experiencias nuevas… creo que comienzo a entender un poquito esto del juego de vivir.

Si pudiera regresar el tiempo, quizás evitaría el momento de confiarle lo que le confié… pero eso ya pasó. No me queda más que aprender y tener fe en que no todas las personas son iguales. De cualquier manera siempre tengo motivos para creer.

Y yo soy como soy. No me interesa aparentar… no me interesa llamar la atención de los demás… Amo mi vida sencilla… amo la vida. No me interesa estar a la moda, ni ser intelectual, ni tener un club de admiradores… Estoy aquí… nada más para tratar de hacer la diferencia, para tratar de hacerlo bien.