lunes, junio 26

Lo mismo... lo mismo

Tal vez suene medio mamerto, pero a unos cuantos días de las elecciones presidenciales yo pediría, tan sólo, que dejaran de enviarme correos electrónicos con propaganda política.

Siempre he intentado respetar ideologías distintas a la mía, así como también he tratado de escuchar las diferentes propuestas; sin embargo, ya me es molesto recibir correos y correos que, bajo el pretexto de un sufragio razonado, pretenden inclinar mi simpatía hacia algún candidato en específico.

No me gusta que saturen mi bandeja de entrada, no me gusta que el común de la gente caiga en el mismo juego que tanto critica: manipulación y campaña de desprestigio, información vacía de esa que no dice absolutamente nada.

Exijo mi derecho a elegir dentro de un ambiente tranquilo, libre de ruido y contaminación comunicativa; exijo mi derecho de llevar a cabo mi propio análisis crítico. No pienso votar por el “menos mentiroso”, o por el “menos ratero”, en todo caso, quizás anule mi voto, pero ya saben… ese asunto es libre y secreto.

Me pronuncio en contra de los farwards, de la agresividad que conlleva el acto mismo de farwardear a alguien. NO VOTARÉ POR QUIEN ME DIGAN, NO ME VAN A CONVENCER. Vaya, que ni siquiera se trata de información noticiosa o de datos cuantitativos coherentemente traducidos.

Lo mismo una y otra vez, las mismas declaraciones; argumentos ligeros que se lleva el aire. Es raro, en pleno año 2006 pareciera que no existe la tolerancia ni el respeto; como usuario, sólo te envían un mail, sin preguntar tu opinión, y ay de ti si se te ocurre pensar distinto a la masa, porque ya valiste gorro.

Como diría el viejo y popular adagio: “Diosito, no me des, na’ más ponme donde haya”. Yo no quiero que me regalen nada, ni que me prometan que me van a resolver la vida; lo único que anhelo con todo mi corazón es vivir bajo un régimen en el que se me permita vivir dignamente haciendo lo que más me gusta en la vida.

Tiempo y dinero invertidos en una contienda que ya más bien parece talk show como el de Laura en América, y todos le entran a lo mismo. Al final sólo quedarán avenidas sucias, pegoteadas con publicidad, plásticos decolorados por el sol que calienta las calles y, por supuesto, spam perdido en el hoyo negro de los desperdicios cibernéticos.
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Nacidos para perder
Joaquín Sabina

Soy del color de tu porvenir
Me dijo el hombre del traje gris
“No eres mi tipo”, le contesté
Y aquella tarde aprendí a correr
Al pisar la estación, le abrí la jaula a mi corazón

Tras las montañas estaba el mar
La noche, el vértigo, la ciudad
El mundo a cambio de una canción
Me daba un plato, un beso, un colchón

La única medalla que he ganado en la vida
Era de hojalata y decepción
No tenía salida el callejón del cuartel
Para el desertor del batallón
De los nacidos para perder

Prima del alma denúdame
Del traje gris de la multitud
Devuélveme al camino del sur
Al país de la niñez, donde uno y uno sumaban tres

La única medalla que he ganado en la vida
En el escenario la gané
No tenía salida el callejón del cuartel
Para el desertor del batallón
De los nacidos para perder
De los nacidos para perder
De los que viven muertos de sed
Prima del alma denúdame
Y aquella tarde aprendí a correr
Donde uno y uno sumaban tres

jueves, junio 15

Paquita Vs El Hombre-Basura

Yo no vi nada, na-di-ta. Venía geteándome en el microbús cuando escuché el gritote que me despertó:

— ¡No me toque! ¡Le digo que no me toque! ¡Cochino! ¡Asqueroso!

Y el wey de junto con cara de “yo no fui”, fingiendo demencia. Ese hombre cuarentón que miraba a su compañera de asiento como si esta estuviera perdiendo la razón. No decía nada, sólo la miraba. Al final de cuentas ninguno de los dos se movió de su asiento; ambos habían emprendido la guerra, a ver quién de los dos se echaba pa’ tras primero.

Parecía que ya no habría problema alguno cuando, cinco minutos más tarde, se escuchó otro grito:

— ¡Le dije que no me tocara! ¡Se lo dije, pinche viejo cochino!

Y el otro, de nuevo actuaba como si la virgencita le hablara, como si no entendiera de lo que se trataba el asunto. No dijo nada, de nuevo se quedó callado, gesto que indignó aún más a la presunta víctima de los bajos instintos de aquel pervertido pasajero.

— ¡Pendejo! ¡Sí, es usted un pendejo! A ver… atrévase de nuevo… Tóqueme una vez más y verá cómo le va… ¡Cochino! ¡Animal!

Y todos los pasajeros risa y risa. Un par de jóvenes veinteañeros opinaban en voz bajita: “¡Sí, que se lo madree!” “Usted puede, señora, póngale en su madre”. El resto del “pasaje” intercambiaba miraditas burlonas y de vez en cuando se sonreían mutuamente.

Y si alguien creía que había sido todo… ¡qué equivocación más grande!, apenas venía lo mero bueno. La mujer molesta, furiosa, con ojos incendiarios, se levantó del estrecho asiento y le asestó un golpe a su compañero quien, debido a que venía sentado junto a la ventana, no tuvo ni para dónde moverse.

— Esto sí no se lo soporto. ¡Bestia! ¡Animal! ¡Pendejo!... ¡Sí, es usted un pendejo! ¡Basura!...

Y yo que me empiezo a acordar de Paquita la del Barrio, cuando aquel hombre, al igual que su compañera de asiento, se levantó para aclararle que la enferma, y de paso neurótica, era ella. El microbús en marcha, recorriendo las calles mientras ellos se insultaban mutuamente.

— ¡Oigame! Ahora resulta que no puedo extender mi brazo para rascarme la cara ¿Está usted loca? Además, se viene recargando en mí, y yo no lo tomo a mal porque es obvio que el espacio es muy reducido y no cabemos bien.
— ¿Yo? ¿Recargarme en una basura como usted? Porque eso es lo que es, ¡una basura!
— No me insulte, señora, ni tampoco me pegue, no abuse de su condición, no se exponga a que le falte al respeto.

Y acto seguido la mujer le propinó otro golpe. Observé el rostro del hombre, ví la frustración en su semblante… Alzó la mano… La detuvo en el aire… Apretó los labios… Se enrojeció su rostro… Y luego… luego bajo la mano… despacio, muy despacio, mientras contaba hasta diez (bueno, eso ya es choro mío, ja) e intentaba respirar con calma.

— No señora, no soy ese tipo de persona. Y discúlpeme, pero yo no le he faltado al respeto en ningún momento.
— ¡Ay sí! ¿Qué cree que na’ más porque viene de “trajecito” me va a venir con esas pendejadas?

¡Órales! Aquello ya hasta era un asunto de “lucha de clases”… De nuevo las carcajadas por parte de la gente, y el chofer que se hacía el disimulado, valiéndole gorro; él se concretaba a manejar, feliz, por la colonia Granjas Esmeralda.

La mujer se volvió a sentar, ya no dijo nada. El hombre la miraba de reojo, por encima del hombro, un tanto temeroso. Y Paquita, digo, la señora, se bajó dos cuadras más adelante, mientras que su compañero de asiento hizo lo mismo tres calles después de donde bajó ella.

Y yo que me quedo pensando… creo que no agarré la onda. No pongo las manos al fuego por ninguno de los dos; pero me da miedo comprobar que esta ciudad es como la jungla misma. No me dio risa, bueno, poquita, cuando conté el relato por primera vez.

Y no puedo opinar; la verdad sólo Dios la sabe… Porque hay un Dios que tooooooodo lo ve… Y me sigo preguntando, ¿Por qué siempre me toca a mí? ¿Por qué soy espectadora de este tipo de acontecimientos? Eso me pasa por residir en el DFectuoso...

sábado, junio 10

Todo cambió

Nos volvimos a ver y todo fue distinto. No hubo mariposas en el estómago, no más deseos ocultos… Lo descubrí tal cual, como es; se escapó el amor y ya no tuve ganas de correr tras de él, ya no tuve la necesidad de buscar razones ni respuestas.

Lo miré con ternura y sentí nostalgia. Justo en ese momento comprendí que he cambiado muchísimo, comprendí que cualquier intento por rescatar el pasado será en vano. Lo miré ahí sentado y de pronto entendí que jamás fuimos el uno para el otro, que nunca hubo ni habrá nada entre él y yo.

Hace unos días parecía imposible, me moría de dolor. Por mucho tiempo me aferré a frágiles esperanzas, pensaba que con el tiempo llegaría a quererme tanto como yo a él, pensaba que sólo era cuestión de tiempo. Lloré y mi corazón quedó hecho pedazos.

No supe cómo, ni en qué momento. No supe qué ocurrió. Un buen día ya no había más lágrimas para llorar; un buen día me miré en el espejo y me sentí distinta. Rescaté el último recuerdo, el más hermoso, y lo estreché con fuerza para luego disolverlo en el tiempo.

Mucho de lo que creí perdido volvió a mí. De nuevo sonrío, de nuevo hago planes; salí del coma y hoy me siento viva. Puedo respirar con soltura y tranquilidad, me doy tiempo para mirar a mi alrededor y preguntarme cómo es que nuestro destino, sin querer, se entrelaza con el de otras personas.

De nuevo valoro esa indescriptible sensación al cruzarme con unos ojos hermosos, de nuevo me idiotiza una sonrisa encantadora. Dejó de ser sólo él. Dejó de ser dueño de mi tiempo, de mis ilusiones. Y hoy, de nuevo, estoy lista para volverme a arriesgar, estoy lista para volverme a enamorar.

Adiós a todo aquello que sentí, adiós a un amor que en verdad tocó mi vida; nunca estuve tan cerca de alguien como lo estuve de él. Adiós a todo lo que fue… este es el verdadero comienzo de nuestra amistad.


Hace un tiempo…

Todo cambió
Camila

Todo cambió cuando te vi
De blanco y negro a color
Me convertí
Y fue tan fácil quererte tanto
Algo que no imaginaba
Fue entregarte mi amor con una mirada

Todo tembló dentro de mí
El universo escribió que fueras para mí
Y fue tan fácil quererte tanto
Algo que no imaginaba
Fue perderme en tu amor
Simplemente pasó y todo tuyo ya soy

Antes que pase más
Tiempo contigo amor
Tengo que decir que eres el amor de mi vida
Antes que te ame más
Escucha por favor
Déjame que decir que todo te di

Y no hay cómo explicar
Pero menos lo puedo evitar
Simplemente así lo sentí

Me sorprendió todo de ti
De blanco y negro al color
Me convertí
Sé que no es fácil decir te amo
Yo tampoco lo esperaba
Pero así es el amor
Simplemente pasó y todo tuyo ya soy

Antes que pase más
Tiempo contigo amor
Tengo que decir que eres el amor de mi vida
Antes que te ame más
Escucha por favor
Déjame que decir que todo te di

Y no hay cómo explicar
Pero menos lo puedo evitar
Simplemente así lo sentí

Todo cambió cuando te vi…