Tal vez suene medio mamerto, pero a unos cuantos días de las elecciones presidenciales yo pediría, tan sólo, que dejaran de enviarme correos electrónicos con propaganda política.
Siempre he intentado respetar ideologías distintas a la mía, así como también he tratado de escuchar las diferentes propuestas; sin embargo, ya me es molesto recibir correos y correos que, bajo el pretexto de un sufragio razonado, pretenden inclinar mi simpatía hacia algún candidato en específico.
No me gusta que saturen mi bandeja de entrada, no me gusta que el común de la gente caiga en el mismo juego que tanto critica: manipulación y campaña de desprestigio, información vacía de esa que no dice absolutamente nada.
Exijo mi derecho a elegir dentro de un ambiente tranquilo, libre de ruido y contaminación comunicativa; exijo mi derecho de llevar a cabo mi propio análisis crítico. No pienso votar por el “menos mentiroso”, o por el “menos ratero”, en todo caso, quizás anule mi voto, pero ya saben… ese asunto es libre y secreto.
Me pronuncio en contra de los farwards, de la agresividad que conlleva el acto mismo de farwardear a alguien. NO VOTARÉ POR QUIEN ME DIGAN, NO ME VAN A CONVENCER. Vaya, que ni siquiera se trata de información noticiosa o de datos cuantitativos coherentemente traducidos.
Lo mismo una y otra vez, las mismas declaraciones; argumentos ligeros que se lleva el aire. Es raro, en pleno año 2006 pareciera que no existe la tolerancia ni el respeto; como usuario, sólo te envían un mail, sin preguntar tu opinión, y ay de ti si se te ocurre pensar distinto a la masa, porque ya valiste gorro.
Como diría el viejo y popular adagio: “Diosito, no me des, na’ más ponme donde haya”. Yo no quiero que me regalen nada, ni que me prometan que me van a resolver la vida; lo único que anhelo con todo mi corazón es vivir bajo un régimen en el que se me permita vivir dignamente haciendo lo que más me gusta en la vida.
Tiempo y dinero invertidos en una contienda que ya más bien parece talk show como el de Laura en América, y todos le entran a lo mismo. Al final sólo quedarán avenidas sucias, pegoteadas con publicidad, plásticos decolorados por el sol que calienta las calles y, por supuesto, spam perdido en el hoyo negro de los desperdicios cibernéticos.
Siempre he intentado respetar ideologías distintas a la mía, así como también he tratado de escuchar las diferentes propuestas; sin embargo, ya me es molesto recibir correos y correos que, bajo el pretexto de un sufragio razonado, pretenden inclinar mi simpatía hacia algún candidato en específico.
No me gusta que saturen mi bandeja de entrada, no me gusta que el común de la gente caiga en el mismo juego que tanto critica: manipulación y campaña de desprestigio, información vacía de esa que no dice absolutamente nada.
Exijo mi derecho a elegir dentro de un ambiente tranquilo, libre de ruido y contaminación comunicativa; exijo mi derecho de llevar a cabo mi propio análisis crítico. No pienso votar por el “menos mentiroso”, o por el “menos ratero”, en todo caso, quizás anule mi voto, pero ya saben… ese asunto es libre y secreto.
Me pronuncio en contra de los farwards, de la agresividad que conlleva el acto mismo de farwardear a alguien. NO VOTARÉ POR QUIEN ME DIGAN, NO ME VAN A CONVENCER. Vaya, que ni siquiera se trata de información noticiosa o de datos cuantitativos coherentemente traducidos.
Lo mismo una y otra vez, las mismas declaraciones; argumentos ligeros que se lleva el aire. Es raro, en pleno año 2006 pareciera que no existe la tolerancia ni el respeto; como usuario, sólo te envían un mail, sin preguntar tu opinión, y ay de ti si se te ocurre pensar distinto a la masa, porque ya valiste gorro.
Como diría el viejo y popular adagio: “Diosito, no me des, na’ más ponme donde haya”. Yo no quiero que me regalen nada, ni que me prometan que me van a resolver la vida; lo único que anhelo con todo mi corazón es vivir bajo un régimen en el que se me permita vivir dignamente haciendo lo que más me gusta en la vida.
Tiempo y dinero invertidos en una contienda que ya más bien parece talk show como el de Laura en América, y todos le entran a lo mismo. Al final sólo quedarán avenidas sucias, pegoteadas con publicidad, plásticos decolorados por el sol que calienta las calles y, por supuesto, spam perdido en el hoyo negro de los desperdicios cibernéticos.
***
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Nacidos para perder
Joaquín Sabina
Soy del color de tu porvenir
Me dijo el hombre del traje gris
“No eres mi tipo”, le contesté
Y aquella tarde aprendí a correr
Al pisar la estación, le abrí la jaula a mi corazón
Tras las montañas estaba el mar
La noche, el vértigo, la ciudad
El mundo a cambio de una canción
Me daba un plato, un beso, un colchón
La única medalla que he ganado en la vida
Era de hojalata y decepción
No tenía salida el callejón del cuartel
Para el desertor del batallón
De los nacidos para perder
Prima del alma denúdame
Del traje gris de la multitud
Devuélveme al camino del sur
Al país de la niñez, donde uno y uno sumaban tres
La única medalla que he ganado en la vida
En el escenario la gané
No tenía salida el callejón del cuartel
Para el desertor del batallón
De los nacidos para perder
De los nacidos para perder
De los que viven muertos de sed
Prima del alma denúdame
Y aquella tarde aprendí a correr
Donde uno y uno sumaban tres
Joaquín Sabina
Soy del color de tu porvenir
Me dijo el hombre del traje gris
“No eres mi tipo”, le contesté
Y aquella tarde aprendí a correr
Al pisar la estación, le abrí la jaula a mi corazón
Tras las montañas estaba el mar
La noche, el vértigo, la ciudad
El mundo a cambio de una canción
Me daba un plato, un beso, un colchón
La única medalla que he ganado en la vida
Era de hojalata y decepción
No tenía salida el callejón del cuartel
Para el desertor del batallón
De los nacidos para perder
Prima del alma denúdame
Del traje gris de la multitud
Devuélveme al camino del sur
Al país de la niñez, donde uno y uno sumaban tres
La única medalla que he ganado en la vida
En el escenario la gané
No tenía salida el callejón del cuartel
Para el desertor del batallón
De los nacidos para perder
De los nacidos para perder
De los que viven muertos de sed
Prima del alma denúdame
Y aquella tarde aprendí a correr
Donde uno y uno sumaban tres